Corporación Discimus
Volumen
4 Numero 2 Junio de 2025
Formación política: Repertorios emocionales de dominación y
resistencias de mujeres lideresas en contextos de violencia política[1]
Political formation:
Emotional repertoires of domination and resistance of women leaders in contexts
of political violence.
Heydi Arevalo Mendoza[2]
Resumen
Este artículo presenta una reflexión
acerca de lo que hacen las emociones en las políticas de la vida cotidiana;
particularmente, en el hacer de las mujeres lideresas en contextos de conflicto
armado en Colombia. Por criterios estrictamente metodológicos, se apeló a la
revisión de investigaciones orientadas a develar la apuesta sociológica de los
repertorios emocionales, al margen de la visión clínica y psicológica del cual
se distancia el estudio. De esta manera, se conversa desde dos enfoques: i.) el
enfoque cognitivo de las emociones en el que se resalta la adhesión a los
presupuestos conceptuales de la teoría cognitiva – evaluativa desarrollada por
Martha Nussbaum. ii) El segundo enfoque, mantiene un abordaje fundado en la
teoría crítico social que remiten a las apuestas conceptuales de las teóricas
feministas Sara Ahmed y Judith Butler, principalmente. Es preciso señalar que
estos dos enfoques también han sido relacionados con las investigaciones
basadas en el liderazgo de las mujeres en la vida pública y política, para dar
lugar a la relación constitutiva de la triada emoción – mujer y formación
política, que se sostiene en las resistencias y reivindicaciones que trazan las
trayectorias de la agencia del liderazgo.
Palabras claves
Emociones,
performatividad, dominación, resistencias, reivindicaciones, formación
Política.
Abstract
This article shows a reflection on the effect of
emotions in the processes for the constitution of bodies and everyday life
politics; particularly in the constitution of the leader female body in
territories affected by armed conflict. Using strictly methodological criteria,
a review of research aimed at unraveling the sociological and cultural
commitment of emotional repertoires was conducted, regardless of the clinical
and psychological vision from which the study distances itself. This way, the
issue is discussed from two approaches: i.)
the cognitive approach to emotions in which adherence to the conceptual
assumptions of Martha Nussbaum is highlighted; and, ii.) the second approach adopts a perspective rooted in critical
social theory, primarily referencing the conceptual frameworks proposed by
feminist theorists Sara Ahmed and Judith Butler.
It should be noted that these two approaches have also
been related to research based on the leadership of women in public and
political life, to give rise to the constitutive relationship of the triad
emotions-women -political violence, which is sustained in the resistances and
demands that trace the trajectories of leadership.
Keywords
Emotions, performativity, domination, resistance,
demands, political formation.
Resumo
Este artigo apresenta
uma reflexão sobre o papel das emoções nas políticas da vida cotidiana, com
foco nas práticas de mulheres líderes em contextos de conflito armado na
Colômbia. Por critérios estritamente metodológicos, optou-se por uma revisão de
pesquisas voltadas a revelar a aposta sociológica dos repertórios emocionais,
distanciando-se das abordagens clínicas e psicológicas tradicionais. A
discussão é conduzida a partir de duas perspectivas teóricas: i) a abordagem
cognitiva das emoções, com ênfase na adesão aos pressupostos conceituais da
teoria cognitivo-avaliativa desenvolvida por Martha Nussbaum; ii) a abordagem
fundada na teoria crítica social, articulada principalmente aos aportes das
teóricas feministas Sara Ahmed e Judith Butler. Cabe destacar que ambas as
perspectivas têm sido mobilizadas em estudos sobre a liderança de mulheres na
vida pública e política, contribuindo para a formulação de uma relação
constitutiva entre emoção, mulher e formação política — uma tríade que se
sustenta nas resistências e reivindicações que marcam as trajetórias da agência
no exercício da liderança.
Palavras-chave
Emoções, performatividade, dominação,
resistências, reivindicações, formação política.
Introducción
En
clave de comprender el carácter performativo de las emociones, en la formación
política de mujeres lideresas que agencian su liderazgo en contextos afectados
por el conflicto armado, se dio lugar a la indagación de estudios que
estuvieran relacionados, en primer lugar, con
los modos de comprensión de las emociones desde una perspectiva política
y su presencia en la vida pública, reconociendo
que las emociones tienen un contenido moral que media tanto en las
formas como en las motivaciones del relacionamiento social. En segundo lugar,
con mujeres lideresas sociales en contextos de afectados por conflictos
armados, guerras, dictaduras y otras formas de violencia política. Esto,
considerando que no se hallaron investigaciones que abordaran directamente el
lugar que ocupan las emociones sociales y políticas en mujeres lideresas que
viven en territorios afectados por la violencia política, (dictaduras, guerras,
conflicto armado, entre otras formas de violencia de Estado).
En
este orden, considerando que el interés académico que orienta esta
investigación consiste en la posibilidad de aproximarse a qué hacen las
emociones en los procesos de agencia de mujeres lideresas en zonas de conflicto
armado, no solo en el ejercicio de la represión, docilización y
disciplinamiento que las somete, sino también, por lo que potencian en términos
de su formación política[3],
toda vez que las emociones son parte constitutiva de las estructuras de poder.
Así
entonces, al ser las emociones parte de las estructuras de poder que
constituyen sus circuitos de activación y reproducción en otros, su potencial
de acción no radica en que habite un cuerpo biológico sino en que instaura regímenes
de producción y dominación de cuerpos. De esta manera, el presente artículo se
desarrolla en tres partes:
1.
Emociones que producen
acciones de resistencias en mujeres lideresas
2.
Emociones proclives a la
búsqueda de reivindicaciones
3.
Emociones en la vida
pública
Sustrato emocional de
emociones que potencian resistencias y formación política
De
acuerdo con las investigaciones consultadas, fue preciso establecer que el
carácter performativo de las emociones no reside en su disposición de hacer con
el decir, como convencionalmente se ha trabajado la performatividad, sino más
bien, en su capacidad de producir acción, mediante el sentir. La pregunta
acerca de qué hacen las emociones en las mujeres lideresas, concretamente en su
ser, en su hacer, y por efecto, en su relación con otros, dio lugar a dos
claves de análisis:
a)
Las emociones actúan como
parte de la estructuración hegemónica del poder, instituyendo cuerpos,
prácticas y discursos sobre el ser mujeres lideresas, para el caso concreto de
esta investigación, ser lideresa social en contextos de violencias políticas.
b)
Como es propio de los
procesos de constitución del sujeto, más allá [no al margen] del ejercicio del
poder instituyente, se sitúan las relaciones de constitución de la mujer
lideresa como devenir de las resistencias a las disposiciones de las
sensibilidades sociales, tal como lo señala el investigador Scribano
(2013).
A
continuación, se desarrollan estas dos claves, conforme a los hallazgos de las
investigaciones consultadas:
1.
El carácter performativo de
las emociones en la estructuración del poder y la sensibilidad social
Los
investigadores Bietti, (2013), Mancini (2016), y López (2016), coinciden en
afirmar que las emociones, no residen en el interior de los individuos, sino
que, se instalan en las políticas de la vida social para generalizar y
normalizar a un ser interno. Las emociones tienen efectos sobre los cuerpos al
crear e instaurar las relaciones sociales basadas en el poder, determinando así
la espacialidad de los mundos públicos y privados y los desencadenamientos
emocionales en cada uno de ellos.
Así
mismo, el Programa Nacional de Garantías para Mujeres Lideresas y Defensoras de
Derechos Humanos, (Consejería Presidencial Para la Equidad de la Mujer, s.f.)
señala que, en el caso de las mujeres lideresas, en contextos de conflicto
armado y otras formas de violencia política las figuras de bordeamiento y
marcación de límites
imponen una censura a los cuerpos de las mujeres condenándolas al encierro
donde el límite es el sometimiento.
De acuerdo con el investigador Scribano (2013), para
entender los patrones de dominación vigentes en una sociedad determinada, es
necesario conocer cómo se establecen los patrones de distancia social sobre
ciertos cuerpos y en ese sentido, es innegable que la violencia constituye el
repertorio emocional de disciplinamiento de los liderazgos sociales de las
mujeres, en contextos afectados por el conflicto armado y la violencia
política. En este caso, vale la pena reconocer cómo es que se instalan las marcas
sociales sobre los cuerpos de las mujeres lideresas; cómo se disponen a las
estructuras de poder y cómo circulan las emociones, en torno a las formas de
sentir respecto de su hacer social porque de esta manera, es posible comprender
las formas de circulación de otros modos de hacer y sentir que se generan
también.
En este sentido, el informe de la
Consejería Presidencial Para la Equidad de la Mujer (s.f.), se refiere al
impacto desproporcionado que el conflicto armado en Colombia, ha tenido en las
mujeres lideresas y defensoras de derechos humanos, sobre quienes la edad,
condición étnica, reconocimiento social y las características físicas, entre
otros, se convierten en recursos usados por los actores armados para configurar
discursos sexistas amenazantes, que cumplen una doble función, por un lado,
instaurar socialmente, un rechazo generalizado frente a todo acto de expresión
de liderazgo de mujeres; por otro, producir sentido de indignación en las
propias mujeres lideresas.
Para el investigador Scribano
(2013), las estrategias de estructuración del poder apelan a [esas] formas
específicas de producción de la sensibilidad social. Es así como, cuando las
sociedades aceptan tanto el juego normativo de instituir unos cuerpos que son y
hacen de determinada manera, reproduciéndose sobre esos cuerpos unas formas
específicas de sentir, se da lugar a lo que él llama geocultura, de allí que el
interés particular de la presente investigación se sitúe en los contextos
afectados por el conflicto armado colombiano.
Por
su parte, el investigador Maravall Yáguez (2008), desde un enfoque de género
centrado en la mujer, aporta un estudio invaluable que sitúa el impacto de la
dictadura chilena en los movimientos sociales y procesos organizativos
liderados por mujeres, en el período de la dictadura. En esta investigación,
señala que aunque la tortura opera de manera indiscriminada y con el propósito
de instalar un mensaje homogéneo de exterminio en las comunidades, ésta siempre
corresponde a un plan sistemático y estructurado que determina a quienes, cómo,
dónde y cuándo. No obstante, al establecer una perspectiva comparativa de
género, entre los actos de tortura cometidos contra mujeres, se resaltan dos elementos
distintivos: La extinción de la
identidad, tras los vejamenes sexuales con los que condenaron
a
las mujeres; y, la tortura psicológica con la amenza constante de atentar
contra algunos de los integrantes de su familia, especialmente, de los hijos,
haciéndolas responsables de ello.
Siguiendo
con Maravall Yáguez (2008), la estrategia dictatorial llevada a cabo por los
organismos represores en Chille, tenía un claro componente de género. Las
mujeres militantes de la oposición y activistas políticas habían desafiado el
propio orden moral que el régimen pretendía restituir. Estas mujeres eran
trasgresoras del orden natural, poniendo en un lugar de peligro a la sociedad
entera, de allí que la tortura recurriera, entre otras, a restablecer la relación de
dominación masculina.
De acuerdo con Bietti (2013), este
orden natural normaliza el hacer con el ser, mediante actos de repetición en
los que, el sexo, la pertenencia étnica, la clase social e incluso el hacer
público, actúan como diacríticos para dar lugar a una suerte de repertorios
emocionales que acuden a la violencia, con el fin de disciplinar y docilizar
estos cuerpos que interrumpen el continuum de la normalidad, como los cuerpos
de mujeres lideresas que se resisten al estatuto del orden doméstico y privado.
Es así como, de acuerdo con las
investigaciones de Sánchez P. (2013) y Cano A. (2014), las estructuras de poder
activan las formas de sentir sobre la mujer lideresa como trasgresora de la
norma. Al respecto, Bietti (2013) contribuye a entender cómo, las emociones
organizan el mundo social mediante la promesa del sentir compartido,
correspondido y satisfactorio, posible solamente entre cuerpos normalizados, es
decir, cuerpos que cumplen las prácticas que les son otorgadas. Advierte que
cuando se rompe con la normalización, como ocurre con los cuerpos de las
mujeres lideresas, la experiencia del sentir remite a la indiferencia, no hay
lugar al encuentro del sentir compartido sino al contrario, a la soledad, a la
expulsión de lo comunitario y a la vivencia del cuerpo clausurado.
Este asunto resulta especialmente
relevante para comprender las resistencias que ejercen las mujeres lideresas en
los territorios afectados por el conflicto armado. No sólo resisten las
imputaciones históricas que han naturalizado el ser mujer, sino que resisten a
una estructura hegemónica de poder productora de la sensibilidad social anclada
en la cultura. El investigador Maravall Yáguez (2008), por ejemplo, indica en
su investigación cómo, cerca de la mitad de la población chilena se opuso a la
transición hacia la democracia, pese a los años de horror, las sensibilidades
sociales orientaron al país hacia la preservación moral del orden natural.
2. Marcos de resistencias: entre la estructuración
hegemónica del poder y las sensibilidades sociales
De acuerdo con el informe de CODHES
(2019), aunque las formas de castigar públicamente el ejercicio del liderazgo
social se dirigen tanto a hombres, como a mujeres, es clara la intensidad e
intencionalidad de las acciones dirigidas contra las mujeres que lo ejercen.
Contrario a lo que ocurre con los hombres, la instalación del miedo se basa en
prácticas de violencia sexual y amenazas de castigo extensivas a integrantes
del grupo familiar, generando la invisibilización del fenómeno al representarlo
públicamente como situaciones derivadas de otro tipo de violencia, restando las
razones de tipo político. (p.13)
Así entonces, la trama del devenir
mujer lideresa no responde a procesos estándar o secuenciales que puedan ser
entendidos bajo las leyes genéricas de causa y efecto, más bien responde a los
procesos de desobedecer a la manera en la que las sociedades disponen de los
cuerpos para inscribir el registro de la dominación que supone ordenar la
relación entre ser y hacer. El mandato heterosexual que impone el género
binario como estatuto de universalidad se articula a los procesos de
dominación, subordinación y explotación de las mujeres que impone el sistema
capitalista
Las investigaciones de Estébanez
(2012), Gutiérrez (2018) y de acuerdo con lo presentado en el informe del
CODHES (2019) es posible aproximarse a lo que acontece con las mujeres en
contextos afectados por el conflicto armado y cómo, los repertorios de resistencia
que generan y agencian las mujeres lideresas, demandan escindirse del continuum
régimen de ser, sentir y hacer. De esta manera, considerando los resultados de
las investigaciones se puede decir que, en primer lugar, las mujeres lideresas
se escinden del estatuto normativo que vincula a cuerpos con prácticas
concretas. En segundo lugar, las mujeres lideresas resisten a los repertorios
de la violencia que actúa como mecanismos para disciplinar los cuerpos de las
resistencias, dando lugar a repertorios alternativos, así lo indican las
investigadoras Barro & Mateus (2015) para quienes la acción colectiva, que
cobra forma a través del arte, la cultura, la incidencia y otros procesos
sociales, son expresiones de resistencia propias de las mujeres lideresas.
En este mismo sentido, el
investigador Maravall Yáguez (2008) señala que el caso de la dictadura chilena,
fueron las mujeres quienes iniciaron toda una estrategia de reorganización
económica y social, que devino en el campo de lo político, tras hacerse públicos
los excesos y abusos cometidos por el régimen. Este efecto inesperado, como lo
refiere el investigador, respecto a la incidencia del liderazgo de las mujeres en la configuración de
relaciones basadas en la solidaridad, tiene sustrato en las estructuras sensibles.
De acuerdo con lo señalado hasta
ahora, es posible afirmar que la experiencia del ser mujer lideresa transita
entre: i.) la experiencia del cuerpo clausurado mediante repertorios de
violencia que construyen tanto los modos de producción, reproducción y distribución
del sentir, y, ii.) La experiencia del encuentro y de la apertura a la
generación de nuevas posibilidades de acción, que tienen por efecto, los
procesos de formación política que agencian las mujeres lideresas. Estos
tránsitos constituyen claves analíticas para aproximarse al qué y cómo resisten
las mujeres lideresas en contextos afectados por el conflicto armado, y con
ello, a cómo estas trayectorias de constitución de la mujer lideresa van así
mismo, constituyéndose en formación política.
Emociones proclives a la búsqueda de reivindicaciones
Para la investigadora
Estébanez, (2012) en contextos de guerras y conflictos armados, los cuerpos de
las mujeres están más proclives a la violencia, por el hecho de ser mujeres, la
pregunta entonces es, ¿por qué? ¿Cómo se llegan a normalizar estas prácticas o
modos de hacer-sentir sobre los cuerpos de las mujeres?
Este hallazgo de la investigadora
Estébanez, (2012) pone en evidencia que las emociones producen cuerpos y hacen
sobre los cuerpos. Desde el enfoque de la crítica decolonial al estudio de las
emociones, por ejemplo, podría explicarse que en
el orden de las estructuras de poder las emociones permiten normalizar cuerpos
para violentar, para militar, para vigilar y para ser castigados; cuerpos que
se hacen y cuerpos que hacen.
Sin
embargo, llama la atención también los estudios de los investigadores Maravall
Yáguez (2008), Barro & Mateus (2015) y Gutiérrez (2018) quienes coinciden
en señalar que hay un efecto inesperado de las formas de represión extrema en
las mujeres, pues son ellas las encargadas de restituir el tejido familiar y
social que la violencia política se ha empeñado en descomponer.
Es
posible entonces afirmar que, las emociones no son neutrales y que en el ámbito
particular de las mujeres lideresas, tienen la capacidad de producir efectos en
sus cuerpos, en tanto sujetos/objetos, así como en el tejido relacional que
subyace a su hacer organizativo. Esta es una de las razones por las que es preciso enfocar el
lente analítico sobre aquellas investigaciones que permiten cruzar emociones, violencia
política y feminismo, dado que existe un entramado de relaciones de
constitución y efectos que dan lugar a comprender la formación política de las
mujeres lideresas.
De
acuerdo con las investigadoras Pérez Villalobos y Romo Avilés (2012), el hecho
de desconocer los impactos de la violencia histórica contra las mujeres ha
dificultado reconocer que, en contextos de guerra, las formas de violencia y
menosprecio contra ellas constituye una práctica sistemática de terror,
estrategias integradas a las políticas de los Estados para vencer al enemigo
(2012, p.30). Para la investigadora Maria Jesús Izquierdo (1998), la matriz
universal del patriarcado y el sexismo reposa en la violencia, a partir de la
cual se producen ciertos repertorios, como manifestación de emociones y
sentimientos que emergen de las relaciones sociales, basadas en el género, que
ponen a la mujer en el ámbito privado destinado al cuidado con lo que no sólo se
naturaliza la violencia sino que además, cuando la mujer ocupa la escena
pública, la violencia es un efecto causal que se justifica en el hecho de
disciplinarlas.
Lo anterior es lo que se considera la relación constitutiva de la
triada emoción – mujer y violencia política, no obstante, es preciso destacar
que, así como las resistencias, las reivindicaciones resultan ser un efecto de
este entramado trial de constitución. Las investigadoras Barros y Rojas Mateus,
(2015) afirman que las mujeres son
determinantes para la finalización del conflicto y la transición hacia la paz,
no sólo por los múltiples roles que desarrollan en el contexto del conflicto
sino, además, por los ejercicios de cabildeo que ejercen en pro de la justicia.
La investigadora Eiroa, (2017) ha aportado con sus
inevestigaciones a develar el papel de la lucha feminista en la resistencia y
transición del franquismo y el exilio Republicano. De acuerdo con Eiroa (2020),
fueron las mujeres quienes hicieron posible la adaptación de las familias en
los nuevos contextos a los que se vieron enfrentados, generando con ello una
sobrevivencia no sólo de los integrantes del grupo familiar, sino de las
tradiciones y constumbres a partir de las cuales, reconstruyeron una memoria de
la España anterior al franquismo, la memoria de lo vivible y el borramiento del
dolor y la humillación.
En este mismo sentido, el investigador Maravall Yáguez (2008),
señala que en la experiencia de horror de la dictadura chilena, fueron las
mujeres quienes se organizaron para hacer frente a la limitaciones económicas
que supuso el hecho de asumir solas, en la mayoría de los casos, el curso de
sus hogares;
acudiendo a acciones alternativas como “la olla solidaria”, por ejemplo, se dio lugar a relaciones de
cuidado sororo que potenciaron el tejido social y la acción popular, menguada
hasta ese momento por el miedo. Cuando las mujeres, apoyadas por un sector de
la iglesia católica opuesto al régimen, se dieron cuenta que su hacer eran
acciones que convocaban colectivos y transgredieron el miedo paralizante, se
dio incio a la movilización mediante plataformas sociales que permitieron hacer
la denuncia pública, en el exterior, de los abusos del régimen.
En conclusión, como ya se mencionó en el apartado de resistencias, las
emociones se disponen por las estructuras de poder y circulan en torno a las
formas de sentir para generar acción, estas acciones pueden dar lugar a
resistencias y reivindicaciones que no sólo se instalan en cuerpos con
experiencias singulares, sino especialmente, como lo indican la Consejería
Presidencial Para la Equidad de la Mujer (s.f.); Egido & Eiroa, (2017);
Peñamarín, (2016) y Gutiérrez (2018), entre otros investigadores, en cuerpos
colectivos, comunitarios, sociales. Las reivindicaciones constituyen el tejido
reconstructor de lo social a partir del cual, también se definen estructuras de
poder-[en términos de potencia] en las cuales se circulan emociones.
Emociones Políticas y su
lugar en la vida pública
Preguntarse
acerca del por qué las emociones en la vida pública es preguntarse por el qué
hacen las emociones en los otros y, en consecuencia, implica asumir que las
emociones tienen un contenido moral que media tanto en las formas como en las
motivaciones del relacionamiento social, produciendo efectos que las dotan
también de contenido político. Por esta razón, en este apartado se presentará
cómo, algunas de las investigaciones analizadas, se sitúan desde el enfoque
cognitivo – evaluativo a las emociones en el ámbito de lo público, así como, en
el enfoque de la crítica decolonial.
Desde
el enfoque cognitivo, las emociones no sólo están dotadas de intencionalidad,
sino que también la reproducen y ello, de acuerdo con la investigadora Gil
(2014), es lo que permite hacer emerger una emoción que ha estado precedida por
la evaluación[4]
intuitiva de lo que resulta más o menos beneficioso. Refiere que las emociones
permiten que los sujetos evalúen el mundo en relación con su yo, mediante procesos de atención
y compromiso que les conceden a las emociones una suerte de inteligencia. Sin embargo,
resalta que esta visión fue relegada del discurso psicológico por el interés
del conductismo de reemplazar la actividad interpretativa por la relación
demostrativa del estímulo – respuesta que determina la conducta, considerando
innecesarios los procesos vinculados con formas de interpretación que apelaban
a la intencionalidad.
De
acuerdo con la investigadora Mancini (2016), este atributo de intencionalidad
contenida en las emociones la constituye en motor de la acción. Este
reconocimiento de las emociones implicó para la sociología abrirse al asunto de
la experiencia humana como aquello que sucede y genera procesos relacionales,
es decir, como aquello que hace posible lo social. En pocas palabras, las
emociones constituyen la experiencia humana social y establece el referente
para la intersubjetividad, los otros y el hacer-sentir respecto a esos otros.
En
este sentido, si las emociones potencian el obrar y son motor de acción,
entonces, también están dotadas de moral. De acuerdo con el investigador Bula
(2008), desde la perspectiva del desarrollo moral spinozista, el cultivo de las
emociones es constitutivo del florecimiento humano, y el obrar ético. No hay
lugar a preguntarse por cuál o cuáles emociones resultan más útiles para la
vida pública sino más bien, por las características deseables de una emoción en
tanto capaz de potenciar el obrar ético. Desde esta perspectiva del
materialismo spinozista, el sujeto moral es capaz de provocar el bien en el
otro, en todo momento y no sólo frente a situaciones adversas; tanto sus
emociones como su racionalidad del obrar, serán criterio de integridad y
autonomía.
Sin
embargo, no es suficiente con saber que estos discursos públicos representan
los guiones de circulación de las emociones con los que se organizan la vida
social y se configuran, tanto a los sujetos como los mundos privados e íntimos
en los cuales resulta admisible hacer de determinada manera, para producir un
actuar moral antecedido por unas maneras de sentir. Es necesario resaltar cómo
operan para alcanzar el estatus de normalización de la vida y mantener el
máximo control frente al riesgo de que se produzcan desvíos. Es así como, los
estudios de Scribano (2013), Peñamarín (2016), y Mancini (2016) insisten en la
manera como la acción reiterativa que se hace sobre ciertas emociones, en el
ámbito de lo público, con relación a cuerpos específicos, regulan formas de
sentir y percibir el estar en el mundo.
Para la investigadora
López (2016) las emociones están informadas culturalmente y tienen una
construcción discursiva que intersecta variables de orden social como género,
sexualidad, raza y clase, que son significadas de distintas maneras dependiendo
de las condiciones espaciotemporales que explican por qué es posible para las
personas configurar múltiples, variadas y singulares experiencias, a partir de
las emociones.
Las
estructuras sensibles activan las formas de sentir no sobre una mujer sino
sobre unos cuerpos de mujer normados social y culturalmente mediante prácticas
que normalizan el ser y hacer en función del género binario y como ya se
señaló, en función de la raza, la agencia sexual, clase e incluso el hacer
público, como ocurre en el caso de las mujeres lideresas.
Esta
es quizás una las claves analíticas que permiten ampliar la comprensión de la
noción de circuitos emocionales en la constitución de límites corporales,
siendo este un hallazgo tomado de la teórica Ahmed y que la investigadora
Mancini (2016) resalta con el propósito de señalar la manera en que los
cuerpos, a través de las emociones cobran valor y en consecuencia, se origina
una suerte de idealizaciones que derivan en formas de agrupación y
estratificación que terminan por legitimar las desigualdades sociales.
Finalmente,
en esta clave analítica se enmarcan las revisiones de los registros de hechos
violentos contra las mujeres lideresas. Si en el contexto del conflicto armado,
las prácticas de liderazgo social están plegadas a una estructura de sentir de
amenaza, de exterminio y de repugnancia por parte de quienes ejercen el dominio
y el control; el liderazgo de las mujeres se convierte en una doble amenaza y
humillación.
Conclusiones
Para
iniciar el balance conclusivo de este ejercicio, vale la pena subrayar que el
universo de investigaciones referenciadas en este estudio, no dan cuenta de la
totalidad de los aportes epistémicos y conceptuales, construidos a partir de la
investigación, en torno a los campos de las emociones, la formación política y
las mujeres lideresas. Aun cuando no se desarrollen como triada constitutiva
sino más bien, como campos independientes, resulta relevante para situar los
análisis y establecer las relaciones necesarias entre estos y otros
campos.
En
este mismo sentido, es de resaltar la apertura a la producción de contenidos y
conocimientos que posibilita el enfoque decolonial, al interpelar los lugares
comunes y convocar a la deconstrucción de asuntos enraizados
social y culturalmente, mediante prácticas, normas y discursividades que
sostienen el paradigma de la naturalización, lo natural e inamovible.
No
obstante, mediante el ejercicio de intertextualidad que permitió poner en
conversación los dos enfoques privilegiados en la investigación también es
posible concluir que el cruce entre el enfoque cognitivo de las emociones y la
mirada decolonial se encuentran en la urgencia de acudir a la ruptura con el
sujeto cartesiano, incluyendo el cierre de la disputa constante con los
sistemas binarios que constituyen exclusiones por simple oposición de cuerpos y
objetos.
Finalmente,
tal como lo advierte la investigadora Mancini (2016) “habría que ir aún más
allá del análisis de Ahmed e intentar desentramar “la estructura” que permite
la reproducción social de determinadas emociones y no de otras” (p. 90). En
este sentido, vale la pena pensar en el hacer formativo de las mujeres
lideresas como elemento generador de relaciones intergeneracionales en el
ámbito comunitario, en tanto resistencias que permiten ocuparse de las
cuestiones éticas de las emociones, algo así como las condiciones de
posibilidad de un circuito (producción, reproducción y distribución) de
emociones que potencien la acción pública y la construcción de paz y cuidado en
los tiempos y territorios actuales, en el marco de los procesos formativos de
carácter comunitario.
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[1] Este
artículo hace parte del estado del arte de la investigación doctoral titulada
“Emociones en narrativas de mujeres lideresas acerca de su formación política
en territorios afectados por el conflicto armado”, dirigida por la Doctora
Marieta Quintero, en el Doctorado Interinstitucional en Educación de la
Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
[2]
Doctoranda en educación, de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
Mg. en Estudios Sociales de la Universidad Pedagógica Nacional. Correo
electrónico mujuanis03@yahoo.es
https://orcid.org/0000-0002-9093-5437
[3] Para efectos de esta investigación, se entiende por
formación política el resultado de una trayectoria de vida que visibiliza las
acciones de resistencia, organización, defensa, representatividad y
colectividad, agenciadas públicamente por las mujeres lideresas, en su
compromiso sensible con las comunidades.
[4] Esta definición de
evaluación hace referencia a la noción de appraisal,
un concepto introducido por Magda Arnold en 1960 y que consiste en la acción de
conceder un significado a un hecho o una situación para derivar en respuestas
de atracción o aversión, de manera tal que las emociones orientan las
decisiones.