Caminos, trazos y líneas: un
aporte a la (de)construcción de la educación en contextos de ruralidad[1].
Paths, strokes and lines:
a contribution to the (de)construction of education in rural contexts.
Jáder S. Serna*
· Ex)secretario de Educación del Gobierno Municipal de Venecia, Antioquia - Colombia (2020-2023). Profesor perteneciente a la Secretaría de Educación de Antioquia. Profesor de Catedra de la Universidad de Antioquia. Magister en Educación, Universidad de Antioquia-Colombia; Integrante del grupo de investigación Matemática, Educación y Sociedad – MES – de la Universidad de Antioquia. https://orcid.org/0000-0002-1913-2885 . https://scienti.minciencias.gov.co/cvlac/visualizador/generarCurriculoCv.do?cod_rh=0001515597 . jader.serna@udea.edu.co
Fecha de
Recepción: 24/05/2024
Fecha de
Aprobación: 01/06/2024
ISSN: 2954-5781 (En línea)
DOI: https://doi.org/10.61447/20240601/art07
Citar artículo como:
Serna
Martínez, J. S. (2024). Caminos, trazos y líneas: un aporte a la
(de)construcción de la educación en contextos de ruralidad. Discimus.
Revista Digital De Educación, 155-172. https://doi.org/10.61447/20240601/art07
Resumen
El presente artículo de reflexión surge a partir de
experiencias vividas como profesor e investigador de una institución educativa
ubicada en contexto rural, como secretario de educación de un municipio
colombiano catalogado de sexta categoría y de los resultados surgidos en el
desarrollo de mi trabajo de investigación de maestría. Es así, como se dan a
conocer tensiones, desafíos, realidades y oportunidades, para pensar y (re)pensar
lo que es hoy la educación en el contexto de la ruralidad, tomando como eje el
municipio de Venecia - Suroeste Antioqueño Colombiano, el cual me posibilitó
acercarme y dar a conocer esas realidades educativas que día a día afrontan
profesores(as), estudiantes, familias, directivos docentes y comunidad en
general. El objetivo del presente artículo reflexivo, es ir en la búsqueda de
plantear líneas de desterritorialización, en el sentido que es abordado por los
filósofos Guilles Deleuze y Félix Guattari, para la puesta en escena de la
existencia de otras formas de ver, vivir y estar en la escuela rural. Es así
que, al asumir la cartografía como ruta metodológica, se da a conocer algunos
hechos que complementan la presente reflexión, y que serán ese punto de partida
para mostrar vivencias, caminos y trazos hacia otras formas de sentir, conocer,
construir y (de)construir la escuela rural, a partir de sus identidades,
tradiciones y cosmogonías..
Palabras clave
Educación rural, Escuela,
Profesor, Territorio..
Abstract
This article of reflection arises from experiences
lived as a teacher and researcher of an educational institution located in a
rural context, as secretary of education of a Colombian municipality classified
as sixth category and from the results that emerged in the development of my
research work on master's degree. This is how tensions, challenges, realities,
and opportunities are made known, to think and (re)think what education is
today in the context of rurality, taking as its axis the municipality of Venecia - Southwest Antioqueño Colombiano, which It allowed me to get closer and make
known those educational realities that teachers, students, families, teaching
directors and the community in general face every day. The objective of this
reflective article is to go in search of proposing lines of
deterritorialization, in the sense that is addressed by the philosophers Guilles Deleuze and Félix Guattari,
for the staging of the existence of other ways of seeing, living and being in
the country school. Thus, by assuming cartography as a methodological route,
some facts are revealed that complement the present reflection, and that will
be that starting point to show experiences, paths and paths towards other ways
of feeling, knowing, constructing and (in)build the rural school, based on
their identities, traditions and cosmogonies.
Key-words: Rural education, School, Teacher, Territory.
Caminos, trazos y líneas: un aporte a la (de)construcción de la
educación en contextos de ruralidad.
Diferentes investigaciones en educación han centrado su mirada en
analizar, reflexionar, dar a conocer y construir lo que es hoy la escuela
rural; entre las que se pueden mencionar las investigaciones realizadas por
Cadavid (2019), Caicedo (2022), Valencia (2015), Quintero (2020) y por supuesto
la que hace parte de este proceso reflexivo, la desarrollada por Martínez,
Serna y Arrubla (2020a).
En estas investigaciones, se puede evidenciar que su foco
principal es pensar lo que acontece en las escuelas ubicadas en un contexto
rural, cómo allí se inicia a transformar y pensar otras maneras de habitarla y
dignificar su identidad como un espacio que permite la socialización,
democratización, el fortalecimiento y la permanencia en el tiempo de sus
tradiciones, expresiones culturales y cosmogonías; más aún, cómo la escuela
rural se juega el todo por enriquecer sus currículos a partir de la integración
de las realidades que en estos espacios se crean, se viven y se experimentan.
De la misma manera, es de gran importancia el develar las
diferentes necesidades y dificultades que hoy enfrenta la escuela rural, entre
las que caben mencionar: la fusión de Centros Educativos Rurales con
Instituciones Educativas catalogadas como urbanas, lo cual para muchos de sus
habitantes, es la perdida de sus identidades bajo la imposición de un Proyecto
Educativo Institucional no diferenciador; cierre de escuelas rurales y cambios
de modelos educativos por baja matricula de estudiantes; desactualización de
material pedagógico, por ejemplo las cartillas implementadas en el modelo de
escuela nueva, las cuales existen en el territorio desde el año 1996; déficit
en infraestructura educativa; imposición de currículos estructurados y
homogenizados; y como si fuera poco, el cumplimiento a las pruebas
estandarizadas (Boix, 2014). Estas y otras acciones hoy ponen en tensión la
misma escuela rural, las cuales algunas de ellas serán abordadas a continuación
como líneas de desterritorialización y un aporte a su (de)construcción en el
presente artículo.
Como ya se ha mencionado, el presente artículo reflexivo es fruto
de varias experiencias vividas como investigador, profesor y directivo,
experiencias y vivencias que en el sentido de Larrosa (2009), me permitieron
formar y transformar mis acciones y subjetividades, ya que “no hay experiencia,
por tanto, sin la aparición de un alguien, o de un algo, o de un eso, de
un acontecimiento en definitiva, que es exterior a mí, extranjero a mí, extraño
a mí, que está fuera de mí […]” (p.15).
MÉTODOS
El camino metodológico abordado para la consolidación del presente
artículo reflexivo, parte de la ruta cartográfica asumida en la investigación
de maestría de Martínez, Serna y Arrubla (2020a); la cual es entendida como
“[…] un proceso abierto, que conecta diferentes puntos y líneas, relacionando
incluso aquello que a simple vista no tendría conexión con el trazado; pero que
basado en un pensamiento rizomático permite crear conexiones que buscan
comprender la realidad […]” (p.141).
La cartografía permitió el entrelazamiento de experiencias,
vivencias, acontecimientos, expresiones, voces y acciones propias de los
contextos que se relatan entre las líneas, los profesores(as) rurales, los
investigadores y la escuela rural; mostrando así los diálogos, narrativas y
hechos que ocurren en los espacios en los que se recrean otras formas de ser y
pensar la escuela.
Se refleja que la cartografía, permitió un relato y trazado de
experiencias, problematizaciones, construcciones y (de)construcciones a partir
de las realidades contextuales de los territorios y quienes los habitan,
posibilitando “[…] rastrear las emociones, vivencias, acontecimientos, hechos,
experiencias, pensamientos, deseos, realidades y sentimientos existentes […]”
(Martínez, et al., 2020a, p.142) de los involucrados, dejando entrelazar
además, esas concepciones que hoy se tienen sobre los territorios rurales y las
escuelas que allí están presentes.
Es así como al abordar los estudios realizados por Deleuze y
Guattari (2004) y Rolnik (1989), respecto a la
cartografía como ruta metodológica para investigar, se permitió la construcción
de una escritura que integra las realidades, al abrir caminos, mostrar
acontecimientos, poner en evidencia lo que aparentemente esta oculto, colocar
en tensión los pensamientos y problematizar las realidades de una escuela rural
que vive y siente bajo su propia identidad cultural y social.
Caminos,
trazos y líneas: a modo de reflexión
Es pertinente mencionar, que en términos de Deleuze y Guattari
(2004), se busca presentar en el siguiente artículo reflexivo, algunas líneas
de desterritorialización, las cuales se entienden como:
[…]
una fuerza perfectamente positiva, que posee sus grados y sus umbrales (epistratos), y que siempre es relativa, que tiene un
reverso, que tiene una complementaridad en la reterritorialización. Un organismo desterritorializado
respecto al exterior se reterritorializa
necesariamente en sus medios interiores. (p.60)
Es decir, las líneas de desterritorialización en marcadas en una
cartografía nos permiten observar, analizar e interpretar las realidades
existentes de la escuela rural y el territorio cultural e identitario en el
cual está inmersa; yendo y viniendo en sus acciones, sujetos y cosmogonías,
buscando otras formas de presentar las realidades por las cuales está permeada
día a día la escuela, el profesor(a), el estudiante, la familia y la comunidad
rural.
Es por lo anterior, que el pensar la educación en contextos
rurales, es abrir margen a lo que implica la ruralidad y sus diferentes
concepciones, estando dispuestos como profesores(as), a integrar diferentes
factores en los currículos educativos flexibles existentes en estos territorios
que están cargados de identidades, sujetos, contextos, ideologías, visiones y
voces de quienes los habitan.
Fotografía 1:
“Mural a 35 manos” - CER Piedras Blancas, Municipio de Venecia -Antioquia.
Fuente:
Elaboración propia (2021).
Hablar, pensar e investigar en la escuela rural, permite la
visualización de otros mundos posibles, otras formas de ser, estar y habitar
estas escuelas que han estado olvidadas – tal vez – por las políticas públicas,
las cuales han sido en parte, diseñadas para el fortalecimiento de la calidad
educativa de manera estandarizada y homogénea para todo el territorio
colombiano (Arias, 2017), dejando de lado las características propias de esa
escuela, que está en medio de un contexto que posee sus propias realidades e
identidades, y que se da existencia a partir de su vinculación con la comunidad
y el territorio.
Partiendo del hecho, de que la escuela rural no solo es el
currículo educativo sistemáticamente estructurado para el cumplimiento de
políticas públicas, es pertinente que la investigación y reflexión educativa en
estos territorios, pueda permitir entablar relaciones, lazos y caminos entre lo
que implica una escuela rodeada de sujetos que viven, sienten y experimentan
acciones propias de la ruralidad, puesto que la escuela rural “no puede ser
entendida como una simple institución a merced de las políticas educativas del
momento, sino que debe ser vista desde una perspectiva de agente capaz de dar
respuestas a las necesidades educativas reales del territorio” (Boix, 2014, p.
92), es decir, desde y para las comunidades rurales.
Recuerdo que entrado el año 2020, cuando asumí el cargo de
Secretario de Educación municipal[2] – después de haber estado
inmerso como profesor e investigador por varios años en una Institución
Educativa Rural del mismo municipio – , me di a la tarea de recorrer los
Centros Educativos Rurales y las Instituciones Educativas[3] ubicados en las quince
veredas y dos corregimientos que componen el municipio de Venecia - Suroeste
Antioqueño Colombiano; allí pude escuchar a todos y cada uno de mis colegas
profesores(as), donde sus exclamaciones más recurrentes estaban dadas al querer
buscar apoyo desde el ente gubernamental a nivel municipal, para el fortalecimiento de sus escuelas y
territorios, los cuales a continuación hago mención.
Primero, la
necesidad de un mejoramiento y mantenimiento de la infraestructura educativa;
la cual se veía olvidada desde hace aproximadamente 20 años, donde su deterioro
en paredes, pintura, techos, unidades sanitarias, cocinas, zonas recreativas y
fachadas era más que evidente; incluso recuerdo que un profesor pedía que por
favor se le organizará con urgencia una puerta, que custodiaba el restaurante
escolar, puesto que allí se conservaban los insumos de cocina y alimentos.
Los daños notorios y existentes en infraestructura educativa
vienen siendo puestos en evidencia por diferentes entes gubernamentales y
académicos en el departamento de Antioquia, como es el caso de la Universidad
de Antioquia (2023), en su informe presentado ante la Secretaría de Educación
de Antioquia, en el cual se aborda una investigación respecto a deserción
escolar, y allí sale flote el deterioro en dichos espacios educativo.
Fotografía 2:
“Cocina” - CER Nueva Santa Rosita, Municipio de Venecia -Antioquia.
Fuente:
Elaboración propia (2020).
Segundo,
cumplimiento y eficiencia del Programa de Alimentación Escolar -PAE- y
Transporte Escolar como políticas públicas[4]; ya que muchos de los
niños y niñas de la zona rural deben caminar largos trayectos, que los demora
alrededor de dos horas para ir de casa a la escuela y viceversa, sin contar la
inclemencia del tiempo; y sin ser negligentes en relación de que la economía en
estos territorios, en algunos casos no es la mejor, por lo cual muchos de los
estudiantes no cuentan sino con el consumo de un alimento diario.
Es así como al dialogar con las comunidades educativas,
manifiestan que estos servicios son un apoyo no solo económico, sino que
influye directamente en el fortalecimiento de acciones de permanencia escolar,
evitando así la deserción de los establecimientos educativos. Pero es de notar
que, en muchos de los territorios rurales, estos programas que aportan a la
dignificación y calidad de la educación, no se ejecutan en tiempos prolongados,
con eficiencia y calidad, aun estando reglados y vigilados por diferentes entes
de control.
Fotografía 3:
“Entrada” - CER La Amalia, Municipio de Venecia -Antioquia.
Fuente:
Elaboración propia (2021).
Tercero, la
necesidad de dotación de material pedagógico actualizado, capacitación docente,
conectividad e insumos tecnológicos, para el fortalecimiento del modelo de
escuela nueva, posprimaria rural y media académica
rural[5], además del sostenimiento
de las plazas docentes las cuales se ponen en riesgo a razón de la baja
matrícula, lo cual podría implicar incluso, en el cierre de escuelas rurales
(Boix, 2014); esta acción de entregar a los entes gubernamentales las plazas docentes,
para su traslado a otro territorio y de cierre de escuelas por baja matricula,
es dado bajo los lineamientos del Ministerio de Educación Nacional, en
cumplimiento del Decreto 3020 del 2002, en el cual se establece la relación
número de estudiantes vs número de profesores para el territorio nacional,
mostrando así una vez más, el carácter sistematizador de la educación en
nuestros territorios.
Fotografía 4:
“Formación de estudiantes en el campo”
Fuente:
Elaboración propia (2022).
Cuarto y no menos importante, la realización de trabajo comunitario, para
el fortalecimiento de las tradiciones e identidades propias de la escuela
rural, como es la huerta escolar, restaurante escolar, expresiones artísticas y
narrativas, fiestas tradicionales y fiestas deportivas (juegos campesinos), ya
que la escuela rural “se convierte en un espacio en que esas personas,
participativas y activas, promueven actividades “rurales” y fomentan actitudes
y valores propios e identitarios.” (Boix, 2014, p.93), convirtiendo la escuela
rural en un espacio propio, el cual está cargado de muchas acciones colectivas
por dar a conocer, construir y formación de subjetividades a partir de sus
necesidades y experiencias vivenciales.
Fotografía 5:
“conociendo instrumentos musicales”
Fuente:
Elaboración propia (2022).
Los anteriores aspectos, nos permiten evidenciar esas acciones que
día a día enfrentan en parte profesores(as), pertenecientes a estos espacios
educativos, y que también han sido reflexionados bajo la mirada de Boix (2014),
cuando hace a lución de que la escuela rural debe ser pensada desde y para su
comunidad, permitiendo la integración de sus tradiciones, conocimientos y
prácticas sociales, constituyéndose como:
[…] un actor
que proyecta las prácticas colectivas, individuales y familiares marcando
límites simbólicos de representación social y desarrollando, a su vez, un
espacio social y educativo propio, característico e inclusivo que en ningún
momento debe ser moneda de cambio para marcar una frontera entre la dimensión
territorial y la social. (p.91)
En diálogo con lo anterior, no es posible olvidar que con la
llegada de la pandemia provocada por el virus del covid-19, se desmanteló y se
incrementó en la escuela rural, la necesidad y déficit en infraestructura
digital (conectividad, elementos digitales y acceso a dispositivos
electrónicos), dejando en tensión que Colombia y en especial las escuelas
rurales – entre ellas las ubicadas en el municipio de Venecia –, no estaban
preparada para fortalecer sus procesos de enseñanza y aprendizaje, a partir de
estrategias que involucran las nuevas tecnologías y gamificación digital, es
decir, una educación remota, tal como es mencionado por Martínez, Serna y
Arrubla (2020b):
[…]
esta pandemia está cambiando instantáneamente la forma en que se imparten los
procesos de enseñanza, las concepciones que tenemos de escuela, las formas y
los medios que se disponen para llevar a cabo los procesos educativos, pero
sobre todo deja sinsabores, ruidos y tensiones. (p.101)
Sinsabores que están anclados a la falta de instrumentos
digitales, falta de capacitación docentes y zonas no conectadas; pero aun así
en este tiempo de pandemia, los lineamientos gubernamentales exigían el
cumplimiento de los currículos escolares a cabalidad bajo el modelo de una
educación remota.
Una
línea más…
Huertas, cultivos, ríos, voces,
caminos, fronteras, currículos flexibles – escuela nueva, posprimaria,
media académica rural, media técnica rural, la universidad en el campo –,
cosmogonías, violencia, paz, animales, visiones de mundo, escasez en elementos
informáticos, cosechas, riqueza cultural, minería, gastronomía, política,
narraciones, historias, realidades… son acciones que hacen parte de los
contextos rurales y que como profesores(as) en estos espacios, estamos llamados
desde una postura crítica, reflexiva y problematizadora, pensar y (re)pensar
cómo integrarlos en nuestros currículos educativos, aportado a la
(de)construcción de otras maneras de vibrar en estos territorios, debidos a
que:
El territorio se caracteriza justamente
porque tiene identidad propia. Sus habitantes forman parte de un colectivo
social con códigos culturales concretos, léxicos y símbolos característicos,
costumbres diferentes (gastronomía, artesanía, agroturismo, experiencias
musicales, etc.) y comportamientos basados en las interacciones multifacéticas
de sus miembros. Existe una conciencia de ciudadanía entendida como aquella a
través de la cual el individuo se reconoce y es a su vez reconocido como parte
integrante de la comunidad y acepta los derechos que como tal le corresponden,
asumiendo, por supuesto sus responsabilidades.
(Boix, 2003, p.4)
Es así, que uno de los retos actuales
– entre los ya mencionados – como profesores(as) de estos espacios ricos en
culturas y tradiciones, es generar acciones y movimientos en la existencia de
otros currículos propios para estos territorios rurales (Silva, 1999), es
decir, posibilitar el surgimiento de currículos invención, currículos nómadas,
currículos otros (Martínez, Serna y Arrubla, 2020a), que permitan la validación
y aceptación de las acciones propias de estos territorios, y de manera
horizontal, un diálogo de saberes con los currículos propuestos por los entes
gubernamentales.
Ser profesor de escuela rural, es estar permeado de acciones
propias del territorio, es pensar e integrar las vivencias, los momentos, las
circunstancias y los hechos propios de la comunidad a mis procesos educativos;
es reinventar día a día un modelo educativo – escuela nueva – en pro de los proyectos de vida
de mis estudiantes.[6]
Ser profesor rural, es reinventar a
cada instante las formas de existencia de mi comunidad educativa, de sus
acciones, necesidades, aprendizajes, tradiciones, imaginaciones y ganas de
transformar su territorio a partir de sus realidades.[7]
Bajo las voces de profesores(as) de escuela
rural, se nos hace el llamado a escuchar las necesidades propias de estos
territorios, conocer sus tradiciones, explorar sus identidades, aportar a la
(de)construcción de sus narraciones, vincular sus conocimientos a nuestras
escuelas y currículos, de tal manera que la escuela y el profesor(a), no se
vean aislados de los territorios rurales, sino por el contrario directamente
vinculados al fortalecimiento de sus creencias, aportando a la transformación y
(de)construcción de los sujetos que allí habitan.
En palabras de Martínez, Serna y
Arrubla (2020a), “abrirse al ejercicio de la autonomía al problematizar
discursos instituidos y relaciones de poder/saber que permitan validar actos,
pensamientos, hechos, y acontecimientos” (p.155), al mostrar esas otras maneras
de integrar a los currículos gubernamentales y sistemáticamente diseñados, las
realidades, prácticas sociales y acciones propias de nuestras escuelas rurales
y sus sujetos.
De esta manera, también es importante
el pensar y problematizar, las implicaciones que están inmersas en lo que es
ser hoy profesor(a) rural, su importancia, obligaciones, necesidades,
dificultades, aciertos y desaciertos, permitiendo abrir caminos a la dignificación
de la labor del profesor(a) que habita los territorios de una ruralidad
campesina, afrodescendiente, indígena…, bajo unas realidades, que no pueden ser
ajenas a estos espacios históricamente constituidos en sus propias prácticas
socio-culturales, puesto que:
[…]
cuando hablamos de escuela rural no hablamos de una escuela rural, sino
que hablamos de “nuestra escuela rural”; de una institución familiar, donde
todos se conocen, de la existencia de un sentimiento de pertenencia; la escuela
les pertenece, a los alumnos y a la colectividad, del mismo modo que los alumnos
pertenecen a esa institución. (Boix, 2014, p. 92)
La escuela rural y por ende el
profesor(a) que habita estos territorios, está en la actualidad enfrentando
diferentes situaciones, entre los que se resume al mencionar déficit en
infraestructura educativa, escases en recursos y materiales pedagógicos actualizados
y pertinente para el contexto, deserción escolar, problemáticas
intrafamiliares, implicaciones provocadas por la pandemia del covid-19, falta
de conectividad y recursos digitales, deterioro en las vías que permiten el
acceso al territorio, gestión constante para el cumplimiento de transporte
escolar o alternativo y el programa de alimentación escolar - PAE (como
políticas públicas) y las imposiciones descontextualizadas de orientaciones
políticas, como es el caso de satisfacer al cumplimiento de las pruebas
estandarizadas, a merced de conocer un indicador que mide la calidad educativa
desde la evaluación homogeneizada (Martínez, et al., 2020a).
Conclusiones, a modo de cierre reflexivo
En conclusión, ser profesor(a) rural,
es ser consciente que estos espacios no simplemente se recrean, sino que
también se viven y se sienten como propios, a partir de las experiencias y
realidades que tocan y transforman mundos, siendo mediador para que se
reflexionen, investiguen, construyan y se tracen caminos en pro del
fortalecimiento de la calidad educativa, a partir del diálogo de los saberes
propios de estas comunidades, bajo una relación horizontal con los currículos
establecidos por las políticas públicas, “creando nuevos modos de
(re)existencias en sus procesos educativos a partir de la interacción y
socialización de diálogos, narraciones, concepciones…” (Martínez, et al.,
2020a, p.157).
Ser profesor(a) en contextos rurales,
es abrir margen a las discusiones y problematización que, en estos espacios
ricos en cosmogonías y conocimientos ancestrales, los cuales se mezclen con las
realidades de otros territorios que se creen ajenos a la ruralidad, se levantan
cuestiones como ¿Qué conocimientos aportan los contextos rurales y por ende la
escuela rural, a la constitución de sujetos? ¿Cómo fortalecer la identidad y
autonomía de los territorios rurales y la misma escuela rural, a partir de sus
realidades y acciones propias de pensamiento?
Es
así, como es pertinente trazar líneas de fuga mediante la investigación,
reflexión y socialización, a pensamientos donde la escuela rural, no solo es un
espacio para recordar, avivar y fortalecer los conocimientos científicos y
eurocéntricos heredados, sino también, ser reconocido como un espacio/territorio
para el fortalecimiento de la cultura, las tradiciones, las identidades y la
existencia de los sujetos que participan de la construcción y constitución de
la misma comunidad rural, el territorio y la región.
Una
escuela rural que se reinventa al buscar soluciones inmediatas respecto a sus
necesidades educativas, pedagógicas, administrativas y políticas, que está
siempre dispuestas a pensar estos territorios en los que se localizan, integrando
sus acciones, diversidades, cosmogonías, intereses y visiones de mundo;
abriendo caminos a que la escuela sea un actor activo y participativo “de la
dimensión territorial rural” (Boix, 2014, p.96).
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de Maestría, Universidad de Antioquia]. Repositorio Institucional.
[1] El presente artículo es derivado de
reflexiones, en parte realizadas, del trabajo de maestría titulado
“Experiencias de profesores(as) de Matemática sobre la Evaluación en el
contexto de la ruralidad: quitar máscaras para mostrar caras auténticas”
(Martínez, Serna y Arrubla, 2020a).
[2] Es de anotar que, en el municipio
de Venecia, me he desempeñado como profesor/investigador de contexto rural y
como directivo docente en el cargo de Secretario de Educación Municipal.
[3]
Los Centros Educativos
Rurales e Instituciones Educativas de las que se hacen mención son: CER La Rita, CER Palmichal, CER La
Arabia, CER El Cerro, CER Piedras Blancas, CER Villa Silvia, CER Nueva Santa
Rosita; CER Carolina Vásquez, CER Julia Velásquez, CER Ramón Correa Jaramillo,
CER La Amalia, CER Jesús María Chaverra, CER El Narciso, CER El Vergel, CER El
Rincón, I.E.R. Uribe Gaviria e I.E. Orlando Velásquez Arango.
[4] Estos servicios para el fortalecimiento de la calidad educativa, están reglados bajo la Resolución N°00335 del 2021 y Resolución 012880 del 2020, expedidas por el Ministerio de Educación Nacional de Colombia.
[5] Escuela nueva, posprimaria
y media técnica rural, son modelos educativos flexibles que, de acuerdo al
Ministerio de Educación Nacional, son para ser implementados en las zonas
rurales para de esta manera fortalecer el acceso y calidad educativa (Martínez,
Serna y Arrubla, 2020a).
[6] Voz de un profesor rural del
municipio de Venecia (Suroeste Antioqueño), el día 15 de noviembre del 2022 –
con previa autorización y consentimiento informado –.
[7]
Voz de una profesora rural
del municipio de Venecia (Suroeste Antioqueño), el día 15 de noviembre del 2022
– con previa autorización y consentimiento informado –.