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LA VERDAD EN EL AULA: UNA APROXIMACIÓN TEÓRICA

 

 

 

 

THE TRUTH IN THE CLASSROOM: A THEORETICAL APPROACH

 

 

Leonardo Avendaño Rondon

 Doctorando en Educación y Sociedad,

Universidad de la Salle

 

 

 

 

 

 

Fecha de Recepción:

02 de marzo de 2023

Fecha de Aprobación:

18 de agosto de 2023

                                                         

ISSN: 2954-5781 (En línea)

DOI: https://doi.org/10.61447/20220601/UMPv21003 

Citar artículo como:

Avendaño Rondon, L. (2023). La verdad en el aula: una aproximación teórica. Discimus. Revista Digital De Educación2(1), 18-30. https://doi.org/10.61447/20220601/UMPv21003


 

 

Resumen

El presente trabajo profundiza en el análisis y delimitación teórica de la investigación doctoral titulada: "¿La escuela abraza la verdad?: Tensiones, oportunidades y desafíos enfrentados por docentes en zonas rurales de alta conflictividad en Colombia durante la implementación de estrategias pedagógicas centradas en la verdad". Este documento ofrece una exploración detallada de los retos teóricos fundamentados en la discusión en torno a la categoría de "verdad", particularmente en escuelas rurales que han sufrido las consecuencias devastadoras de la violencia armada en Colombia. A lo largo del texto, se integran diversas perspectivas y se examina críticamente la noción de memoria y verdad.

Palabras clave

Verdad, bien público, memoria, escuela, paz, ruralidad.

Abstract

This paper delves into the theoretical analysis and delimitation of the doctoral research titled: "Does the school embrace the truth?: Tensions, opportunities, and challenges faced by teachers in high-conflict rural areas of Colombia during the implementation of pedagogical strategies centered on truth". The document provides an in-depth exploration of theoretical challenges based on the debate around the category of "truth", especially in rural schools that have endured the devastating consequences of armed violence in Colombia. Throughout the text, diverse perspectives are incorporated, and the notion of memory and truth is critically examined.

Keywords

Truth, public good, memory, school, peace, rurality.



 

LA VERDAD EN LAS AULAS: TENSIONES, OPORTUNIDADES Y DESAFÍOS DE DOCENTES EN ZONAS RURALES DE ALTA CONFLICTIVIDAD EN COLOMBIA

Abordar la verdad implica una complejidad intrínseca, ya que se adentra en aspectos sensibles de la intersubjetividad; sin embargo, en esta construcción epistémica, asumimos la verdad como un bien público, acercándonos a las perspectivas de Jürgen Habermas y Hannah Arendt. Al examinar los documentos oficiales de la comisión de la verdad, se vislumbra una verdad accesible y comunicable, generando una disputa que busca evitar la repetición y que implica un compromiso ético-político en la construcción de una verdad que se alimenta de disputas, apuestas, intereses y silencios. La memoria, en este contexto, se convierte en un elemento crucial que reconoce y transita estas verdades, y en esta búsqueda, se presentarán y enunciarán los cuatro autores cuya producción académica será abordada.

Comenzamos nuestra exploración con el filósofo alemán Jürgen Habermas, cuyo trabajo ha sido influyente en áreas como la ética, la democracia y la comunicación., Habermas es ampliamente reconocido por su teoría de la acción comunicativa, en la cual presenta la idea de que la verdad se descubre a través del consenso social en el marco de una comunicación libre y sin coerción, la verdad, para Habermas, no es un absoluto sino que se va construyendo a través del diálogo y el entendimiento mutuo en una sociedad. En la perspectiva de Habermas, la verdad como bien público está intrínsecamente ligada a un espacio público fuerte y participativo, en el que los ciudadanos pueden discutir libremente y llegar a un consenso en cuanto a lo que se considera verdadero, esta esfera pública, donde la comunicación y el debate son libres y sin distorsiones, es esencial para la formación de la verdad, mantener la esfera pública vibrante y saludable es esencial para la creación de la verdad como un bien público,  la verdad se forja a través del discurso, del diálogo abierto y democrático entre ciudadanos y es en este espacio público donde la verdad se articula, se pone en duda, se redefine y, finalmente, se acepta como un consenso colectivo.

Nuestro siguiente punto de reflexión nos lleva a las ideas de Hannah Arendt, una filósofa política alemana-estadounidense conocida por sus contribuciones a la teoría del poder, la autoridad, y la relación entre la verdad y la política, en contraposición a Habermas, Arendt sostiene una distinción clave entre la verdad factual, que se refiere a los hechos del mundo, y la verdad filosófica o metafísica, que trata sobre las ideas universales. Para Arendt, la verdad factual es un componente esencial del espacio público, mientras que la verdad filosófica puede ser problemática cuando se aplica a la esfera pública, enfatizando la necesidad de proteger la verdad factual en el ámbito público, ya que la distorsión o la negación de los hechos puede conducir a la tiranía y el totalitarismo. En cambio, la verdad filosófica, que trata de cuestiones universales y absolutas, puede ser perjudicial para el espacio público, ya que puede ser utilizada para justificar la opresión y la autoridad injusta.

En la perspectiva de Arendt, la esfera pública debe ser un lugar en el que se respeten y se debatan los hechos, mientras que las afirmaciones de la verdad absoluta y universal deben ser tratadas con escepticismo. La verdad factual, entonces, es un bien público esencial que necesita ser protegido y sostenido en la esfera pública, si bien las perspectivas de Habermas y Arendt difieren en algunos aspectos, ambos comparten la creencia en la importancia fundamental de la esfera pública en la formación y protección de la verdad como bien público. Ambos filósofos consideran que la salud de nuestra democracia y de nuestro discurso público depende en gran medida de la capacidad de los ciudadanos para discutir y acordar qué es verdad, tanto Habermas y Arendt nos presentan visiones complementarias de cómo se forma y se protege la verdad en la esfera pública. Habermas enfatiza el papel del diálogo y el consenso, mientras que Arendt nos recuerda la importancia de proteger la verdad factual en el espacio público. Juntos, estos dos enfoques nos ofrecen una imagen más completa de cómo la verdad puede servir como un bien público.

Acá es importante  afirmar que  la visión de la verdad como un bien público que nos ofrecen Habermas y Arendt destaca la importancia del discurso público y el consenso, así como la protección de los hechos en nuestra sociedad. Habermas nos anima a ver la verdad como algo que se forja a través del diálogo y el consenso, mientras que Arendt nos insta a proteger la verdad factual en nuestra esfera pública.

 

 

Memoria y Verdad una discusión necesaria.

Continuando con la discusión previa, abordaremos el tema crucial de la relación entre verdad y memoria, este tema es complejo debido a las múltiples perspectivas que lo rodean, desde lo cognitivo hasta los estudios sociales más recientes. En el contexto de esta investigación, nos centraremos en dos autores específicos para comprender teóricamente esta relación, por un lado, exploraremos la teorización académica de Paul Ricoeur y Elizabeth Jelin, quienes complementarán nuestra comprensión sobre la producción de verdad y memoria, es importante problematizar la intrincada relación entre ambos conceptos. Ricoeur, un filósofo francés, nos invita a adentrarnos en los recovecos más oscuros e iluminados de nuestra existencia, sumergiéndonos en un laberinto de recuerdos y veracidad, donde sus reflexiones nos guiarán en este camino de indagación.

Ricoeur nos reta con su visión del recuerdo como una pintura que cada uno de nosotros traza en la tela de nuestra mente, matizando con colores de subjetividad y pinceladas de presente, es en esta obra pictórica, en esta representación del pasado, donde la verdad encuentra su lugar, y se moldea, se transforma con cada trazo de la memoria.

Es como si cada recuerdo fuese una novela en la que somos simultáneamente autor y lector, escribiendo nuestra versión de los hechos y luego leyéndola, interpretándola, dando forma a nuestra verdad. Ricoeur nos anima a explorar nuestros recuerdos como se recorre una ciudad antigua, reconociendo que las calles cambiantes y las edificaciones reconstruidas son parte de su esencia,  pero la subjetividad de la memoria no significa que la verdad sea inalcanzable o simplemente relativa. Ricoeur nos muestra que existen mecanismos para acercarnos a la verdad a través de la memoria, que la crítica y la validación colectiva son como faros que nos guían en esta búsqueda.

Es como si la memoria fuese un río, con sus meandros y corrientes cambiantes, y la verdad fuese un reflejo en su superficie. No podemos capturar el reflejo de manera exacta, pero podemos acercarnos a él, podemos comprender su forma a través del estudio crítico y la reflexión compartida. Ricoeur nos invita a un viaje, una travesía por los recuerdos y las verdades que nos forman, nos pide  y nos reclama a que veamos la memoria como un acto de creación, y la verdad como una obra de arte siempre en proceso, siempre evolucionando y cambiando con el tiempo.

Siguiendo nuestro camino, nos encontramos con Elizabeth Jelin, una socióloga argentina que sabe de la importancia de las sombras y de las luces en cualquier relato. Jelin nos habla desde un lugar marcado por la experiencia de la dictadura, y su voz es un eco potente en el diálogo sobre la memoria y la verdad. en su visión, la memoria es como un teatro en el que se representan múltiples obras, cada una de ellas pretendiendo ser el relato definitivo, la única verdad, pero Jelin nos desafía a ver más allá de las representaciones dominantes, a cuestionar quién tiene el poder de dictar qué es verdad y qué es memoria, como si estuviésemos en un laberinto de espejos, y cada reflejo fuese una versión del pasado. Las voces más fuertes, los espejos más brillantes, intentan imponer su reflejo como la única verdad,  nos insta a buscar los espejos opacados, los reflejos ocultos, para entender que la verdad y la memoria son un mosaico de relatos y recuerdos, en el corazón de su visión está la idea de que la verdad y la memoria no son entidades fijas, sino dinámicas y cambiantes, es un constante flujo de interpretaciones, un diálogo incesante que se nutre de diferentes perspectivas y versiones de la historia, nos desafía a desenmarañar los hilos de la memoria y la verdad, a reconocer los patrones y las distorsiones, nos anima a ser activos en nuestra búsqueda, a cuestionar y a reflexionar, a tener el valor de confrontar las versiones dominantes y a buscar la diversidad en el relato del pasado,   la visión de Jelin sobre la memoria y la verdad está llena de matices y complejidad, pues ella nos invita a ver la diversidad y la contradicción como una parte intrínseca de la experiencia humana, y a valorar la multiplicidad de voces y perspectivas en nuestra búsqueda de la verdad.

Al explorar las reflexiones de Ricoeur y Jelin, emergen como estrellas en el firmamento de la noche, dos perspectivas brillantes y complementarias. Ambos nos instan a reconocer la subjetividad de la memoria y su íntima conexión con la verdad, y ambos nos desafían a ver esta relación como un viaje, un proceso, más que como un destino fijo, aunque difieren en su énfasis, la visión de Ricoeur de la memoria como un acto creativo que puede acercarnos a la verdad, y la visión de Jelin de la memoria como un campo de batalla en el que diferentes verdades luchan por ser reconocidas, se complementan. Juntos, nos ofrecen una guía valiosa para navegar por el laberinto de la memoria y la verdad, iluminando los recovecos oscuros y señalando las rutas posibles.

Hemos explorado la relación entre la verdad y la memoria, y esperamos que este viaje les haya ofrecido nuevas perspectivas y una mayor comprensión de este complejo tema, podemos decir que nos encontramos con que la verdad y la memoria no son lineales ni sencillas, sino que están llenas de matices, de sombras y luces. Esperamos que se sientan inspirados para explorar sus propias memorias y verdades, y que este episodio sea un faro en su camino pues nos encontramos en la encrucijada de cuatro pensadores eminentes: Habermas, Arendt, Ricoeur y Jelin. Nuestro viaje está trazado con la sensibilidad y la humanidad de maestras y maestros rurales, cuya habilidad para tejer la belleza en la cotidianidad nos inspira en nuestra tarea de articular estas perspectivas.

Comenzamos con Habermas y su convicción de que la verdad no es un tesoro escondido, sino un bien público, un faro que orienta nuestras discusiones y nuestras acciones. Pero Habermas no está solo en esta conversación, cada voz de las maestras y de los maestros rurales  aporta algo esencial. Arendt se une a este diálogo y nos recuerda que, aunque la verdad puede ser un bien público, no está exenta de manipulaciones y distorsiones, nuestro camino nos lleva a cruzar el puente entre la verdad y la memoria, guiados por las luces de Ricoeur y Jelin. Ricoeur nos ofrece una imagen de la memoria como un lienzo, una pintura que estamos siempre creando y recreando  donde cada pincelada es un recuerdo, y en su conjunto, estas pinceladas forman la imagen de nuestra verdad; pero esta pintura no está libre de influencias. Al igual que Freire sabía muy bien, nuestras experiencias están teñidas por la política y el poder. Jelin, eco de esta sensibilidad, nos recuerda que la memoria es un escenario donde se representan diferentes verdades, y que estas representaciones están influenciadas por el poder y las estructuras sociales.

Como en un poema de Benedetti, vemos que estas reflexiones sobre la verdad y la memoria no son meras abstracciones, sino partes fundamentales de nuestra vida cotidiana. Las palabras de Habermas, Arendt, Ricoeur y Jelin resuenan en nuestras experiencias, en nuestras luchas, en nuestros triunfos y fracasos, somos invitados a no solo reflexionar sobre estas ideas, sino a vivirlas. A buscar la verdad en nuestro diálogo con los demás, a explorar nuestras memorias, a reconocer su subjetividad y su conexión con la verdad. A entender que nuestras memorias y verdades son, en última instancia, nuestras pinturas del mundo, y  así, entre verdades compartidas y memorias en constante evolución, entre Habermas, Arendt, Ricoeur y Jelin, nos encontramos nosotros, los lectores y los creadores, los narradores y los actores, estudiantes y profesores de nuestras propias historias. Cada uno de nosotros, llevamos un poeta dentro que busca hacer sentido del mundo y darle forma a nuestra verdad. Y en esa búsqueda, en esa creación, somos todos parte de la belleza y la complejidad de la vida.

La Escuela, lugar de  resistencia y esperanza.

Los susurros de la paz recorren las calles de este país como una melodía suave y persistente, un rumor de esperanza en medio de la lucha y el conflicto, sin embargo, esta paz es a menudo vista a través de los ojos de los poderosos, con historias oficiales que tienden a silenciar a los más débiles, los movimientos sociales y las propuestas subalternas persisten, se resisten, luchan y sueñan con una Colombia mejor y la educación se vuelve un faro de esperanza, una piedra angular para construir una sociedad más pacífica. Como el milagroso hielo descubierto por los Buendía, la educación tiene el poder de transformar y maravillar, de abrir los ojos a nuevas posibilidades, a través de ella, se puede tejer un nuevo tejido social, basado en el respeto y el reconocimiento del otro.

Las palabras de aquellos que han sufrido la violencia y aquellos que sueñan con la paz resuenan en las calles, en los campos y en las montañas de Colombia. Son voces que cuentan historias de resistencia y lucha, voces que nos hablan de otra Colombia posible, una Colombia que a menudo es negada y olvidada. Por último, la violencia y la paz deben ser estudiadas y comprendidas desde la perspectiva de la educación y la pedagogía. La escuela, víctima y resistencia al mismo tiempo, puede ser un territorio de paz y dignificación de la vida, un lugar donde se desafía la violencia y se sueña con un futuro mejor. la esperanza y la resistencia persisten en medio de la adversidad. La educación, entonces, se vuelve una mágica narrativa enmarcada en las aulas de Colombia, un constante lienzo en transformación,  y en medio de su paleta de colores y matices, persiste un rasgo de identificación que lo diferencia de los típicos estudios de paz y violencia, es la esencia misma de la educación y la pedagogía, un constante eco que resuena en los salones de clase, en las calles y en los corazones de los ciudadanos; cada escuela en Colombia se vuelve un microcosmos que refleja la realidad de la sociedad. La violencia, ese viento tormentoso que ha barrido a lo largo y ancho del país, también se infiltra en las aulas, y sus efectos se sienten a todos los niveles, desde la educación primaria hasta la universidad. Sin embargo,  la resistencia y re-existencia se vuelven posibles, incluso en los escenarios más improbables las escuelas se convierten en espacios donde la comunidad puede sobrevivir, resistir, y en última instancia, convertirse en territorios de paz, donde la vida es valorada y dignificada.

Por ello  debemos considerar la importancia de la verdad es decir, debemos problematizarla, irrumpirla, cuestionarla, aportarle es un momento donde  los informes,  cargados de esas páginas llenas de testimonios, hechos y análisis, se vuelven esenciales en nuestro viaje para entender la violencia y la paz, cada uno de ellos, con sus características particulares, nos permiten confrontar los retos que surgen al hablar de verdad y la producción de verdades, de estas palabras, busco entender las dinámicas que producen memoria y verdad, quiero  problematizar a aquellos a quienes se les da la voz para construir las narrativas oficiales. Tal cual Jelin señala, es un viaje para descubrir cómo se construyen las historias de un país, cómo se forman las versiones oficiales y cómo a veces, las voces de los más débiles son silenciadas o ignoradas. Pero en este proceso investigativo, también celebro las resistencias y las esperanzas, los sueños de paz y de un futuro mejor,  las voces de aquellos que se resisten, aquellos que sueñan con un mundo mejor, aquellos que perseveran a pesar de los obstáculos y las adversidades,  por ello es que hoy veo  la historia de Colombia no como una serie de hechos y fechas, sino como un lienzo rico y vibrante, lleno de luchas y sueños, de violencia y paz, de verdades y memorias, veo la historia de Colombia como una gran novela, llena de personajes reales y vibrantes, de carne y hueso, sintientes que  llenan de esperanza el futuro que está por venir,  y  así, cada aula de clase se convierte en una suerte de Macondo, donde se vive y se sueña, se lucha y se resiste, se construye una narrativa única, con personajes tan complejos y ricos  de lucha, de resistencia y de esperanza, historias que se entrelazan en el tapiz de la historia de Colombia. Contar y decir debe tener presente  el rincón más recóndito de la Nierra Nevada, la zona más desolada del páramo, el aula más concurrida de la ciudad, el barrio mas alejado de las grandes ciudades, todas esas voces, cuerpos y lugares todas se convierten en escenarios de esta narrativa de vida y en cada una de ellas, los actores principales son los niños, los jóvenes, los maestros, quienes se convierten en protagonistas de su propia historia, en héroes de su propia vida.

Quiero decir con voz muy fuerte que en este ejercicio de investigación he encontrado  no solo una oportunidad para aprender de nuestro pasado, sino también una herramienta para dar forma al sueño de una Colombia en paz, una Colombia donde la educación es una apuesta éticopolitica,  caleidoscópica, un lugar, una oportunidad, un escenario  para el cambio, ya que cada palabra pronunciada en una aula, cada concepto aprendido, cada sueño soñado, se convierte en un grano de arena en este gran reloj de arena que es la historia de Colombia y  así, poco a poco, vamos dando forma a una nueva narrativa, una que incluye todas las voces, una que celebra todas las historias, una que, al final del día, nos habla de paz, de esperanza y de un futuro mejor.

Es por ello que la educación, la verdad y la memoria no son sólo conceptos abstractos, sino elementos esenciales en la construcción de la paz, con las que construimos una nueva narrativa, una que refleje las diversas realidades de Colombia y que, al mismo tiempo, nos permita soñar con un futuro mejor, entonces, amigos oyentes, a medida que exploramos la historia de Colombia a través de la lente de la educación, la verdad y la memoria, podemos comenzar a desvelar una nueva Colombia, una donde la paz no sea simplemente un sueño, sino una realidad tangible donde podré identificar las tensiones, oportunidades y desafíos que afrontan las maestras y maestros de zonas rurales de alta conflictividad en Colombia en  la implementación de estrategias pedagógicas en torno a la verdad.

En las páginas anteriores, encontramos la esencia de nuestra lucha, la esencia de nuestro esfuerzo. La Comisión de la Verdad, en su papel de faro, nos ayuda a ver claramente, nos guía en este camino lleno de obstáculos. Pero el trabajo más importante lo hacemos nosotros, los maestros, los estudiantes, los padres, todos los ciudadanos de Colombia. En nuestras manos está la capacidad de construir una sociedad más justa, más equitativa, más pacífica.

En este juego de espejos y sombras, de luces y oscuridades, de voces y silencios, nosotros somos los protagonistas. Nosotros somos los autores de nuestra propia historia. Nosotros somos la semilla de la paz que queremos ver florecer en nuestra tierra, con cada palabra que decimos, con cada gesto que hacemos, con cada idea que compartimos, estamos contribuyendo a la construcción de esa paz. La paz no es un regalo que cae del cielo, es un trabajo arduo, es un compromiso constante, es un camino que debemos recorrer juntos, porque, al final del día, la paz no es solo una meta, sino también un viaje. Un viaje lleno de aprendizaje, de reflexión, de crecimiento. Un viaje en el que cada paso que damos cuenta, cada palabra que decimos importa, cada idea que compartimos tiene un impacto.

Y así, amigos, concluyo este capítulo de nuestro viaje, un capítulo lleno de luces y sombras, de tensiones y desafíos, de preguntas y respuestas. Pero, como siempre, el final de un capítulo es solo el comienzo de otro, la historia continúa, el viaje sigue y  yo, como siempre, estaré aquí, listo para recorrer este camino con ustedes, listo para aprender, para reflexionar, para crecer, porque en esta aventura de construir la paz, todos somos protagonistas.

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