Discimus. Revista Digital de Educación. ISSN 2954-5781 Contacto@revistadiscimus.com Corporación Discimus. Bogotá- Colombia
Karen
Dayana Albornoz González y Nini Johanna Yepes Acuña Entre likes, estrés y pendientes:
correlación entre adicción a redes sociales, estrés y procrastinación
académica en universitarios. DOI: https://doi.org/10.61447/20250130/art02 Fecha de Recepción:
1 de noviembre de 2024 Fecha de Aceptación:
8 de enero de 2025
Como Citar: Albornoz González, K. D.,
& Yepes Acuña , N. J. (2025). Entre likes,
estrés y pendientes: correlación entre adicción a redes sociales, estrés y
procrastinación académica en universitarios. Discimus. Revista Digital De Educación, 4(1), 30-52. https://revistadiscimus.com/index.php/01/article/view/124
Entre likes, estrés y pendientes: correlación
entre adicción a redes sociales, estrés y procrastinación académica en
universitarios.
Between likes, stress and pending: correlation between social network addiction,
stress and academic procrastination in university students.
Karen
Dayana Albornoz González[1]
Nini
Johanna Yepes Acuña[2]
Resumen
En
esta investigación se correlacionaron las variables: Adicción a redes sociales,
estrés y procrastinación académica. La población estuvo conformada por
561estudiantes de pregrado en Bogotá. Para la recolección de información se
aplicaron tres cuestionarios de autoinforme y posteriormente se analizaron
dichos datos a través del software estadístico SPSS. Los resultados de esta
investigación presentaron correlaciones positivas y significativas, indicando
que las variables tienden a incrementarse de manera proporcional, en este
sentido, se determinó que la adicción a redes sociales afecta el tiempo
empleado en las actividades académicas y a su vez se relaciona con el estrés
académico y con una mayor tendencia a procrastinar.
Palabras Clave
Adicción
a las redes sociales, estrés
académico,
procrastinación académica, correlación
.
Abstract
In this research, the following variables were
correlated: addiction to social networks, stress, and academic procrastination.
The population consisted of 561 undergraduate students in Bogotá. Three
self-report questionnaires were applied for data collection and then analyzed
using the software SPSS. This research showed positive and significant
correlations, indicating that the variables tend to increase proportionally. It
was determined that addiction to social networks affects the time spent on
academic activities, which is also related to academic stress and a greater
tendency to procrastinate.
Keywords
Academic procrastination, academic stress, social
network addiction, correlation.
Las adiciones comportamentales se
caracterizan por la pérdida de control sobre ciertos pensamientos, lo cual
puede ocasionar consecuencias negativas en la vida de un sujeto; éstas se
manifiestan en actividades cotidianas como la compra compulsiva, el uso
excesivo de videojuegos y la interacción en redes sociales. No obstante, pese a
que los sitios de redes sociales son comunes en la población general, esto
puede convertirse en un problema para ciertos individuos (Becoña
2018). En ese sentido, se ha evidenciado que la práctica desmedida de dichas
interacciones puede desencadenar en una dependencia similar a la que se
experimenta con sustancias químicas, en donde la persona siente una necesidad
imperiosa de continuar con la conducta adictiva, a pesar de las consecuencias
adversas que este conlleva.
El uso continuo de las redes sociales se ha convertido en
una práctica común entre gran parte de la población, quienes frecuentan en al
menos una de las plataformas como Facebook, WhatsApp, TikTok e Instagram,
dichas plataformas permiten la creación de conexiones interpersonales y además
permiten el acceso a información relevante de ámbitos académicos, laborales y
de entretenimiento. Dentro de los efectos del uso de las redes sociales, se ha
señalado que estos servicios no solo son atractivos por su funcionalidad, sino
que también ofrecen una conexión instantánea y accesible en cualquier momento y
lugar, lo que convierte a estos sitios en reforzadores inmediatos creando un
entorno propicio para el desarrollo de adiciones (García, 2013). Ahora bien,
las estadísticas del uso de las redes sociales reflejan un aumento constante,
alcanzando un total de 4,760 millones de usuarios a nivel mundial, lo cual
representa el 59,4% de la población. Dicho aumento ha sido particularmente
notable desde el aislamiento social provocado por la pandemia del COVID- 19,
que impulsó un incremento en las interacciones digitales. Particularmente en
Colombia, el promedio diario dedicado a estas plataformas es de 3 horas y 32,
posicionándolo entre los seis países conmayor tiempo de conexión a nivel mundial,
en contraste con japón que registra sólo 51 minutos diarios (Kemp, 2023).
De acuerdo con Andreassen (2015)
este tipo de adicción se relaciona con un estado de preocupación constante que
impulsa a los usuarios a estar en línea, dedicando tiempo y esfuerzo a estas
plataformas, lo que a su vez perjudica otras actividades como el trabajo y el
estudio, este comportamiento puede ocasionar consecuencias desfavorables
incluyendo la pérdida de control y la conducta compulsiva por permanecer en
línea. Así mismo, esta autora identifica otras problemáticas aunadas a las
redes sociales; una de los más significativas es el impacto negativo en el
rendimiento académico, observando una disminución en la eficiencia y en el
desempeño de los estudiantes, de igual manera, la autora señala que el uso
excesivo de estas plataformas se considera como un mecanismo para aliviar
sentimientos de incomodidad y estrés.
De ahí que, en la comunidad científica se presenten diversas
opiniones sobre el uso de las redes sociales, por ejemplo, Cabero et al. (2020)
Ardila et al. (2022) y Baraona et al. (2019)
concluyen que muchos estudiantes no se auto perciben como adictos a las redes
sociales, por lo cual no consideran esta práctica como un factor de riesgo
académico, no obstante, otros autores como Kandell
(1998) y Cañon et al. (2016) encontraron
correlaciones entre el uso excesivo de redes sociales y un bajo rendimiento
académico. Cabe resaltar que, los estudios mencionados anteriormente han medido
el potencial adictivo de estas plataformas principalmente desde enfoques
psicológicos y médicos, evidenciando una escasez notable de investigaciones
centradas desde el campo pedagógico.
Se debe mencionar que, el uso de las redes sociales puede
ser una estrategia para afrontar el estrés, debido a que estas plataformas
generan sensaciones agradables, permitiéndole a los estudiantes desconectarse
momentáneamente de sus preocupaciones académicas. No obstante, su uso excesivo
puede tener efectos adversos en las actividades académicas, puesto que ambas
acciones compiten por el tiempo y la atención del estudiante. Por su parte,
Araujo et al. (2017) destacaron que
la navegación excesiva en las redes sociales puede llevar a una disminución del
desempeño académico; además, Chaves et al. (2022) evidenciaron que un mayor uso
de estas plataformas se relaciona con un incremento del estrés académico en
universitarios.
Con respecto al estrés, éste se presenta en diversas áreas
de la vida de los estudiantes; Karyotaki et al.,
(2020) realizaron un estudio aplicado en 9 países diferentes, allí los
estudiantes reportaron experimentar estrés en ámbitos como, el financiero, el
amoroso y el familiar. Igualmente, Joseph et al., (2020) reportaron que el
73.5% de los estudiantes admitió realizar actividades que les generaran
relajación o felicidad durante los momentos estresantes. Particularmente, como
afirman Román y Hernández (2011), el concepto de estrés académico aún no ha
logrado un consenso entre los investigadores del campo.
Sin embargo, Arturo Barraza propone una definición del
estrés académico, el cual se experimenta en el contexto educativo, en el que se
presentan requerimientos académicos como completar tareas escritas o responder
exámenes, causando que algunos estudiantes se perciban a sí mismos con una
escaza capacidad para responder satisfactoriamente estas actividades (Barraza,
2018). A su vez, en cuanto a los estudiantes de secundaria y educación
superior, Barraza (2011) afirmó que el 80% de los participantes manifestaron
haber percibido situaciones de estrés académico.
Específicamente en Colombia, un estudio arrojó que el 90,8%
de los estudiantes de enfermería refirió estar en un estado de preocupación
durante el semestre, y el 42% reportó haber percibido estrés moderado, debido a
las exigencias de actividades prácticas y teóricas de los espacios académicos
(Castillo et al., 2018). De manera similar, Espinoza et al. (2020) mostraron
que, al evaluar los niveles de estrés de los estudiantes de psicología, el 46%
reportó niveles altos de estrés agudo, el 31% reportó niveles moderados y el
22% reportó niveles bajos. Como se mencionó anteriormente, los estudiantes enfrentan
demandas del entorno académico que pueden ser percibidas como estresantes, ya
sea al tomar medidas para cumplir con dichas exigencias o al decidir
aplazarlas.
Teniendo en cuenta lo anterior, el estrés académico puede
ser una respuesta frecuente a las demandas del entorno educativo entre los
universitarios. El estrés académico genera frustración e impulsos de aplazar la
tarea, lo que a su vez puede llevar a una procrastinación significativa. De
acuerdo con Sirois y Tosti
(2012) los estudiantes procrastinadores tienden a experimentar altos niveles de
estrés puesto que la postergación de tareas importantes incrementa la ansiedad
y la sensación de culpa, por tanto, este tipo de estudiantes suelen adoptar una
autoevaluación negativa, que los lleva a desarrollar actitudes aversivas frente
a la tarea. Es así que, la búsqueda de alivio emocional inmediato en
situaciones estresantes se convierte en una estrategia común para evitar el
malestar asociado con la carga académica, priorizando este alivio a cambio de
los beneficios que se obtienen a largo plazo al cumplir con sus
responsabilidades académicas.
En cuanto a la procrastinación, este concepto hace
referencia a un fallo de la autorregulación, en el que el curso de una acción
es retrasado de manera voluntaria, aunque este retraso implique una afectación
negativa en el sujeto (Steel 2007). De acuerdo con Schouwenburg
(2004) no todas las conductas dilatorias pueden entenderse como
procrastinación, por ejemplo, un alumno puede prolongar de forma consciente el
tiempo que dispone para prepararse ante un examen, con el fin de que el docente
precise los temas que se abordarán en dicha evaluación. En ese sentido, según
este autor, la procrastinación puede clasificarse en dos tipos, en el primero,
se presenta una conducta dilatoria no premeditada, mientras que, en el segundo,
la conducta procrastinadora se convierte en un hábito generalizado.
A propósito, las investigaciones sobre la procrastinación se
han desarrollado mayoritariamente con estudiantes, dando lugar al concepto de
procrastinación académica, entendida como la dilación del desarrollo de
responsabilidades académicas tales como; estudiar para los exámenes, hacer
tareas y escribir trabajos
finales. Se debe tener en cuenta que los alumnos presentan conductas de procrastinación
esporádica, sin embargo, este comportamiento puede convertirse en un problema
al ser reiterativo o crónico, puesto que esto conlleva a efectos adversos tales
como; falta de organización, falta de la gestión del tiempo, bajo rendimiento
académico e incluso deserción (Schouwenburg,
2004). De allí surge la necesidad de investigar sobre este comportamiento en
universitarios; las autoras Solomon y Rothblum (1984)
plantearon la existencia de múltiples razones que inciden en la procrastinación
académica como: La aversión a la tarea, el miedo al fracaso, falta de asertividad
y confianza, la ansiedad ante la evaluación y la rebelión. Adicionalmente, mencionan
que, 28% de los estudiantes posponen la preparación para un examen, 30% aplaza
las lecturas semanales y el 46% posterga las tareas de escritura finales.
En el contexto colombiano, según Garzón et al (2019) el 32%
de los universitarios aplazan la acción de estudiar para los exámenes y el 27%
pospone la escritura de trabajos, adicionalmente, se evidencia que, las razones
para procrastinar que registraron niveles altos son, miedo a la evaluación,
pereza y rebelión. Estos autores manifiestan que los estudios sobre este
fenómeno son escasos, exceptuando algunas investigaciones realizadas en Perú y
Colombia, además sugieren que la procrastinación incide tanto en el desempeño
académico, como también en las quejas de estrés, ansiedad o depresión lo cual
podría explicar la relación entre este comportamiento con la presencia de
malestares psicológicos. Por lo anterior, se resalta la necesidad de investigar
sobre la procrastinación en el ámbito de la educación superior colombiana
puesto que este fenómeno tiene implicaciones en la salud mental y en el
rendimiento académico de los estudiantes.
De acuerdo con lo anterior, Ferrari (2004) establece
correlaciones entre la procrastinación académica y variables psicológicas, lo
cual sugiere que este comportamiento está influenciado por factores emocionales
y cognitivos, entendiendo que la procrastinación académica es un fenómeno
complejo que puede presentarse en estudiantes con características diversas,
resaltando que no existe un único perfil procrastinador; por lo tanto, es
fundamental comprender que procrastinar no es simplemente aplazar acciones importantes
sin justificación, ya que
se han identificado algunas manifestaciones del comportamiento procrastinador
como el miedo al fracaso (Schouwenburg 1995), y
algunas distorsiones cognitivas comunes, las cuales están divididas en dos
factores: el primero, incluye pensamientos que aumentan la ansiedad sobre la
tarea pensando que es poco útil esforzarse para completarla, naturalmente estos
pensamientos predominan en las personas cuya procrastinación se distingue por
la ansiedad o la falta de autoeficacia, en el segundo, se presentan
pensamientos para disminuir dicha ansiedad tales como, “ lo haré está noche” “
no me voy a preocupar” “ lo haré después” (Ferrari1995). Se evidencia entonces
que, los procrastinadores tienen dificultades para gestionar el tiempo y
organizar de manera efectiva sus actividades diarias, lo cual genera una falta
de planeación que puede llevar a presentar niveles de ansiedad y preocupación,
aumentando el ciclo de la procrastinación.
Teniendo en cuenta lo anterior, es fundamental explorar
estas particularidades ya que la procrastinación puede manifestarse de diversas
maneras en la población estudiantil. Como indican Solomon (1984), Schouwenburg y Ferrari (2004) hay múltiples factores
psicológicos que influyen en este fenómeno, entre los cuales se encuentran la
depresión, la ansiedad, el miedo al fracaso, los patrones evitativos y el
perfeccionismo. Por lo tanto, es fundamental reconocer que la procrastinación
no es solo un acto de dilación, sino que puede interrelacionarse con otras
variables como el estrés académico y la adicción a las redes sociales. En ese
sentido, el objetivo de este trabajo fue determinar la correlación entre las
variables de adicción a redes sociales, estrés académico y procrastinación
académica, con el fin de contribuir con la investigación de estos fenómenos en
los universitarios.
Este trabajo fue carácter trasversal, no experimental y
correlacional y se llevó a cabo con 561 estudiantes de pregrado de una
universidad pública en Bogotá que cuenta con diferentes programas de
licenciatura, cuyas edades estaban en el rango de 17 y 34 años. Para aplicar
los cuestionarios, se incluyó una pregunta de filtro como consentimiento
informado para confirmar que su participación fue voluntaria.
Cuestionario
de adicción a redes sociales (ARS)
Con el propósito de desarrollar un instrumento para estudiar
la adicción a las redes sociales, Escurra y Salas (2014) diseñaron y validaron
un cuestionario dirigido a estudiantes universitarios, basado en los criterios
del DSM-IV para los trastornos mentales. Este cuestionario, compuesto por 24
ítems, utiliza una escala Likert de 5 puntos, cuyas respuestas varían de
“nunca” a “siempre”. Se divide en tres secciones que miden diferentes
dimensiones: 1) Obsesión por las redes sociales, relacionada con la preocupación
constante por no poder acceder a dichas plataformas; 2) Falta de control
personal, que evalúa la inquietud generada por el uso descontrolado de las
redes sociales y su impacto en algunas responsabilidades como estudiar; 3) Uso
excesivo, la cual indaga sobre la percepción del tiempo dedicado a navegar en
las redes sociales. En el contexto colombiano, la validación de este
instrumento se realizó mediante la revisión de expertos de la Universidad de
Nariño, lo que permitió una adecuada adaptación lingüística y una sólida
validez de contenido y consistencia interna en las tres dimensiones. Éste es el
primer instrumento validado en Colombia para apoyar procesos clínicos y
programas de prevención e intervención relacionados con la adicción a las redes
sociales (Rosero et al., 2022).
El inventario SISCO fue diseñado y validado por Barraza en
2008, y se enfoca en el estrés académico percibido por estudiantes en el
contexto educativo. El inventario está basado en un modelo sistémico
cognoscitivista, el cual aborda el estrés como un proceso secuencial compuesto
por tres dimensiones: Estresores, síntomas, y estrategias de afrontamiento. El
instrumento inicia con una pregunta de filtro para identificar si el
participante ha experimentado estrés durante el semestre, seguida de un ítem
que evalúa la intensidad del estrés percibido en una escala de 1 (Poco) a 5
(Mucho). Posteriormente, la primera sección del inventario incluye 8 preguntas
que exploran la frecuencia con que los estudiantes perciben las
demandas académicas como estresores, mientras que la segunda sección, con 15
ítems, indaga sobre la frecuencia de los síntomas asociados a estos estresores.
Finalmente, la tercera sección, compuesta por 6 ítems,
aborda las estrategias de afrontamiento empleadas. Las respuestas se miden en
una escala Likert de cinco puntos, que varían desde "nunca" hasta
"siempre". El contexto de este estudio se centró en identificar las
causas del estrés y las estrategias de afrontamiento utilizadas por los
estudiantes, sin analizar la dimensión de los síntomas.
La prueba PASS Procrastination Assesment Scale Students se desarrolló en 1984 por Solomon y Rothblum, y, posteriormente fue validada en Colombia en el
2017 por Garzón y Gil. Esta prueba consta de 44 ítems divididos en dos
secciones. La primera de ellas contiene 18 ítems y su objetivo es medir la frecuencia
de la procrastinación en la que se incluyen la escritura de un trabajo
académico, estudiar para los exámenes, repasar apuntes de clase, trámites
administrativos, reuniones con tutores entre otras actividades académicas. Por
su parte, en la segunda sección, los 26 ítems restantes abordan las razones
para procrastinar, a saber, búsqueda de excitación, falta de energía y
autocontrol, perfeccionismo, ansiedad ante la evaluación y poca asertividad y
confianza. Asimismo, se examina el grado en que desea disminuir este
comportamiento; para responder este cuestionario se utilizó una escala Likert.
Los datos fueron recolectados a través de la herramienta de
Microsoft Forms, además, los estudiantes encuestados
fueron contactados por distintos medios, una de las estrategias consistió en
solicitar a los profesores de distintas licenciaturas permitir a sus alumnos
responder los instrumentos. En cuanto a los criterios de inclusión se requirió
que los participantes fueran estudiantes activos de pregrado de la institución
y, responder afirmativamente a la pregunta de filtro acerca del consentimiento
informado.
Para evaluar la adicción a redes sociales, se seleccionaron
únicamente los estudiantes
que informaron hacer uso de las mismas, mientras que, para el estrés académico,
se seleccionaron aquellos estudiantes que indicaron haber experimentado
situaciones de preocupación o nerviosismo durante el tiempo lectivo. Una vez se
recopilaron los datos, fueron procesados en el software SPSS en donde se aplicó
la prueba de correlación.
Resultados
del Cuestionario de Adicción a las Redes Sociales (ARS)
A continuación, se presenta el análisis descriptivo del
cuestionario de Adicción a Redes Sociales y los niveles que se encontraron en
la población estudiada, el cual presenta un Alfa de Cronbach de (0,915),
evidenciando una excelente consistencia interna. (Ver tabla 1)
Baremo |
Frecuencia |
Porcentaje |
Porcentaje acumulado |
Bajo 0 – 32 |
252 |
44,9 |
45,5 |
Moderado 33 – 64 |
280 |
49,9 |
96,0 |
Alto 65 – 96 |
22 |
3,9 |
100,0 |
Total |
554 |
98,8 |
|
Elaboración
propia (2023)
Para el análisis descriptivo, se
excluyó el 1,2 % de los participantes quienes reportaron no hacer uso de las
redes sociales. En la muestra analizada, los niveles de adicción se
distribuyeron de la siguiente manera: 44,9% (252 participantes) presentó un grado
bajo de adicción, el 49,9% (280 participantes) mostró un grado moderado, y el
3,9% (22 estudiantes) presentó un grado alto de adicción.
El Inventario SISCO presenta un Alfa de Cronbach de (0,728),
lo que indica una consistencia interna moderada. A continuación, se presentan
los niveles de estrés percibidos por los estudiantes. (Ver tabla 2)
Baremo |
Frecuencia |
Porcentaje |
Porcentaje acumulado |
Moderado 34 – 66 |
288 |
54,1 |
54,1 |
Alto 67 – 100 |
244 |
45,9 |
100,0 |
Total |
532 |
100,0 |
|
(Elaboración
propia 2023)
En el análisis descriptivo, se
excluyó al 5,2% de los participantes que manifestaron no experimentar
situaciones de preocupación o nerviosismo en el contexto académico durante el
semestre. Entre los participantes que reportaron percibir estrés académico,
ninguno presentó un nivel bajo. La mayoría percibió un nivel moderado; sin
embargo, el 45,9% (244 estudiantes) reportaron un nivel severo, reflejando un
alto grado de malestar y preocupación debido a las exigencias académicas.
Esta escala presenta un Alfa de Cronbach de (0,922), lo cual
demuestra una alta consistencia interna. La siguiente tabla muestra los
resultados de la regularidad con la que los estudiantes procrastinan. (Ver
tabla 3)
Frecuencia |
Porcentaje |
Porcentaje acumulado |
Bajo 125 |
22,46 |
23,5 |
Moderado 356 |
63,28 |
86,5 |
Alto 80 |
14,25 |
100,0 |
Total 561 |
100,0 |
|
(Elaboración propia 2023)
De acuerdo con la regularidad de la procrastinación en los
encuestados, se obtuvo que el 63,28% registró un nivel moderado, seguido del
22,46% en nivel bajo y 14,26% nivel alto. Cabe resaltar que el interés por
disminuir la procrastinación académica entre los estudiantes fue de 53,48% lo
que indica un nivel alto, seguido del nivel bajo con 5,17% y el nivel moderado
con 41,35%.
En este apartado se presentan las correlaciones encontradas
en las variables estudiadas, en las cuales se evidencia que todas las
correlaciones son positivas, como se puede evidenciar en la tabla 4:
Variables ARS |
SISCO |
PASS |
Adicción a redes - |
,346** |
,415** |
Estrés académico - |
- |
,239** |
Procrastinación - |
- |
- |
académica
**. La correlación es significativa en el nivel 0,01
(bilateral).
Al
correlacionar de manera general la adicción a las redes sociales, el estrés
académico y la procrastinación académica, se encontró una asociación positiva y
significativa entre todas las variables, comprendiendo que éstas aumentan
proporcionalmente. Específicamente, la relación entre la adicción a redes y el
estrés académico presentó un coeficiente de Pearson de (,346**), por su parte,
la procrastinación y el estrés académico registró un coeficiente de Pearson de
(,239**). Finalmente, la adicción a redes sociales y la procrastinación obtuvo
un puntaje de (,415**).
Los hallazgos de esta investigación evidencian una
correlación positiva y significativa entre las variables analizadas, esto
indica que los estudiantes que tienen mayores niveles de adicción a redes
sociales, tienden a posponer sus responsabilidades académicas así como a
incrementar la percepción del estrés en entornos académicos. En particular,
50,54 % de la población presentó un nivel moderado de adicción a las redes
sociales, mientras que, un 45, 49% reportó un nivel bajo, por último, el 3.9%
mostró un nivel alto. Lo anterior, emerge como un aspecto que debe monitorearse
ya que puede existir una tendencia a incrementar con el tiempo, lo cual puede
tener repercusiones negativas en el bienestar y en el rendimiento académico
Daza (2020) y Amador (2021). Por otro lado, aunque los casos con un alto nivel
de adicción son reducidos, se pone en manifiesto la necesidad de seguir
investigando las afectaciones que pueden experimentar los estudiantes que
presentan dichos niveles.
En lo que respecta al estrés académico, los resultados
reflejan que el porcentaje de estudiantes que no experimentaron estrés fue de
tan solo el 5.2%, mientras que, el 54,14% reportó un grado moderado y el 45.9 %
un nivel alto de estrés. Lo anterior sugiere que la mayoría de los estudiantes
perciben que deben enfrentarse a demandas significativas en el entorno
académico lo que aumenta su estrés. Estos resultados sustentan lo planteado por
Silva et al., (2020) y Ávila et al., (2018) quienes reportan la presencia de
estrés en universitarios debido a sucesos estresantes durante el semestre;
Además, plantean que los estudiantes que perciben
altos niveles de estrés por tiempos prolongados, pueden desfavorecer su
rendimiento académico y ocasionar un desequilibrio sistémico en su bienestar
general.
Por otra parte, los niveles de procrastinación académica
medidos mediante el PASS mostraron que el 22.46% de los participantes considera
tener un nivel bajo de procrastinación, el 63.28% nivel moderado y, el 23.89%
nivel alto. De igual modo, se evidencia que el 53.48% de los estudiantes
manifiesta interés por reducir la procrastinación lo cual puede sugerir que,
los estudiantes consideran que esto puede tener consecuencias negativas en su
rendimiento académico, alineándose con lo planteado por Garzón y Gil (2016).
Ahora bien, este estudio encontró una correlación
significativa entre la adicción a redes sociales y el estrés académico,
coincidiendo con estudios de Araujo y Pinguz (2017),
Zhao (2023) y Escandón (2021), quienes también observaron que a mayor estrés
mayor adicción a las redes sociales. Sin embargo, estos resultados difieren del
estudio de Chávez y Coaquira (2022) quienes no
hallaron relación estadísticamente significativa entre ambas variables. En ese
sentido, se sugiere que el estrés académico puede llevar a los estudiantes a
usar desmedidamente las redes sociales como una forma de afrontar malestares
emocionales y además, que existe una relación bidireccional, donde el uso
excesivo de las redes sociales puede afectar el desarrollo de las tareas
académicas, lo cual puede incrementar la percepción de estrés en el ámbito
académico.
Adicionalmente, este estudio encontró una relación
significativa entre el estrés y la procrastinación académica, coincidiendo con
los resultados de Magnín (2021) y Jiménez (2021),
quienes también evidenciaron que a mayor procrastinación mayor estrés
académico; de igual manera, Quispe (2020) señala que los estudiantes recurren a
la procrastinación cuando se sienten desbordados por las exigencias académicas,
lo cual sugiere que la procrastinación puede ser una estrategia para afrontar
el estrés proporcionando alivio momentáneo frente a los estresores del contexto
académico, asumiendo consecuencias negativas a largo plazo. No obstante, estos
resultados contrastan con lo expuesto por Espín (2023), quien no encontró
correlación entre ambas variables; del mismo modo, Barraza y Barraza (2019)
mencionan que, aunque no existe una correlación directa entre la
procrastinación y los estresores académicos, si existe una correlación negativa
con las estrategias de afrontamiento del estrés.
Por último, en la presente
investigación se encontró una correlación positiva y significativa entre la
adicción a las redes sociales y la procrastinación académica en universitarios,
lo cual sustenta hallazgos previos de autores como Núñez y Cisneros (2019) y
Suárez et al., (2022). Con base en lo anterior, se puede inferir que las redes
sociales podrían funcionar como un mecanismo de escape frente a las
responsabilidades académicas, lo cual, a su vez, podría aumentar la
procrastinación en ciertos estudiantes, validando lo planteado por Sirois y Tosti (2012), quienes
mencionan que los procrastinadores suelen priorizar el alivio emocional
instantáneo, dejando de lado las recompensas a largo plazo.
En el presente estudio, se ha
investigado la relación entre la adición a las redes sociales, el estrés y la
procrastinación académica en estudiantes universitarios de Bogotá. A través del
análisis estadístico de los datos recopilados, se han identificado
correlaciones en el contexto educativo. Los hallazgos sugieren que la adicción
a las redes sociales, no solo afecta el tiempo dedicado al estudio, sino
también se asocia con niveles elevados de estrés académico y un aumento en la
tendencia a procrastinar.
Estos resultados permiten concluir que existe una
interrelación significativa entre las variables y la muestra estudiada, lo cual
plantea implicaciones para el estudio de intervenciones educativas orientadas a
mejorar el bienestar y el rendimiento académico de los estudiantes. A
continuación, se detallan las conclusiones especificas derivadas de los
resultados obtenidos y su relevancia en el ámbito académico.
En primer lugar, la correlación entre estrés académico y
procrastinación académica observada tiene un coeficiente de Pearson de
(0,239**), la cual, a pesar de ser débil es significativa. Lo anterior sugiere
que los universitarios que perciben altos niveles
de estrés también tienden a procrastinar más. La relación puede interpretarse
como la incapacidad de los alumnos para concentrarse o gestionar adecuadamente
las tareas, ocasionando la postergación de las mismas.
Ahora bien, de acuerdo con la correlación de las variables
adicción redes sociales y estrés académico, la cual indicó un coeficiente de
Pearson de (,346**), evidencia una relación moderada entre las variables. Esto
sugiere que a medida que aumenta la adicción a las redes sociales, también
tiende a aumentar el estrés académico en los estudiantes. Este hallazgo es
importante, ya que implica que el uso excesivo de dichas plataformas podría
contribuir a un ambiente académico más estresante, lo cual podría tener efectos
negativos en el desempeño académico.
Por otra parte, la relación entre adicción a redes sociales
y procrastinación académica presentó un puntaje de (,415**); evidenciando que
los estudiantes con mayor adicción a redes sociales, son más propensos a
procrastinar en sus tareas académicas. Este resultado, refuerza la idea de que
el tiempo invertido en redes sociales puede distraer y disminuir la
productividad académica, llevando a una postergación en el cumplimiento de
responsabilidades académicas.
Sumado a lo anterior, la adición a redes sociales, impulsada
por elementos como notificaciones y múltiples contenidos constantes, puede
llevar a los estudiantes a desarrollar patrones de uso excesivo. Si bien no
todos los estudiantes interactúan de la misma manera con estas plataformas, es
problemático establecer un límite entre el uso normal y patológico, ya que
éstas interacciones se han normalizado en diferentes contextos, siendo
empleadas para diferentes propósitos. Cabe mencionar que la adicción a redes
sociales no es reconocida oficialmente como un trastorno mental, lo cual indica
que es un campo investigativo en evolución y que requiere más estudios para
comprender sus efectos en el comportamiento y bienestar de los estudiantes.
Por último, se propone continuar con el estudio en torno a
las variables investigadas en donde se apliquen diversas maneras para la
recopilación de datos que permita conocer nuevas perspectivas además de las
obtenidas por medio del autoinforme.
Aunque
se han realizado esfuerzos para investigar en torno a estos fenómenos, en el
contexto latinoamericano sigue siendo escaso, puesto que la mayoría de los
estudios se centran en las correlaciones y no se ha explorado suficientemente
las intervenciones experimentales, con el propósito de comprender estos
fenómenos. De igual forma, se sugiere ampliar el número de estudios
experimentales que evalúen estrategias para abordar estas temáticas, así como
incluir diversas poblaciones y contextos educativos como la modalidad virtual,
en donde se pueden enfrentar retos académicos distintos a la presencialidad, lo
que posibilitaría obtener una comprensión más completa de estas variables.
Alfonso
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[1]
Licenciada en Educación con énfasis en educación especial de la Universidad
Pedagógica Nacional, magíster en tecnologías aplicadas a la educación de la
Universidad Pedagógica Nacional, docente de la secretaria de Educación de
Cundinamarca.
[2]
Licenciada en Español e Inglés de la Universidad Pedagógica Nacional, Magíster
en Tecnologías aplicadas a la educación de la Universidad Pedagógica Nacional,
docente de la facultad de humanidades de la Universidad Pedagógica
Nacional.